EL PRIMER DIA

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Me despierto gracias a la alarma del móvil que puse ayer para acordarme de que hoy es el gran día, el día que llevaba tiempo esperando, el día para el que me había estado preparando. Hoy me mudo al campus de la universidad, aunque le prometí a Sarah (mi tía) que volvería a casa algunos fines de semana para verla. Vivo con ella desde que mi padre empezó a volver a casa borracho y me pegaba. Unos años después dejó el alcohol y prometió cambiar pero, una semana después se fue de casa mientras yo dormía y me abandonó sin decir adiós, no he vuelto a saber nada de él desde entonces, ni quiero saber nada, por mi podría irse a la mierda directamente. Por otro lado estaban mi madre y mi hermano. Digo estaban porque actualmente están en el cementerio, enterrados. Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía ocho años, y mi hermano murió en un accidente de coche porque mi padre conducía borracho, nunca se lo podré perdonar. Si, podría decirse que mi vida es una mierda, pero todo eso no lo sabe nadie, solo yo y Bea, mi mejor amiga, ni siquiera mi novio Scott lo sabe, pero tampoco tengo intención de contarlo. Todo esto es pasado, ahora soy feliz, tengo a mi tía que me quiere, unos amigos fantásticos y un novio perfecto.

Me visto y bajo a desayunar. En cuanto entro a la cocina mi móvil empieza a sonar:

-¿Si?

-Hola cielo, buenos días.

-Buenos días Scott.

-Te llamo para decirte que ma ha surgido un imprevisto y que no podré pasar a recogerte para llevarte al campus, lo siento.

-Vale, ya me buscaré la vida no te preocupes.

-Hasta luego cielo.

-Adiós-digo, pero antes de colgar oigo la voz de una chica al otro lado de la línea diciendo "¿ya?". Al principio me extraña pero luego pienso que han podido ser su hermana o su madre.

Desayuno lo mismo de siempre, un zumo de naranja y una manzana y empiezo a cargar las maletas en el coche de Sarah justo cuando aparece.

-¿Ya estás lista?

-Si, pero necesito que me lleves, a Scott le ha surgido algo y no puede venir...

-Ahh... Bueno no pasa nada. Sube que nos vamos.

El trayecto transcurre silencioso, es una hora y media desde casa hasta el campus así que no da para mucho. Me dedico a mirar por la ventanilla jugueteando con mi pelo mientras escucho la música de la radio. Sé que Sarah no dice nada porque odia las despedidas tanto como yo y las dos empezaríamos a llorar como bebés. A medida que nos acercamos oigo ruido de coches, motos, gente hablando. Ya hemos llegado.

-Bueno...-decimos las dos mientras bajamos del coche. Nos quedamos calladas hasta que Sarah se digna a empezar.

-A ver, he estado pensando que decir desde que nos hemos subido al coche, ya sabes que odio las despedidas, y sé que si hablo mucho empezaré a llorar como un bebé-lo que yo decía-pero voy a soltarlo de golpe. Que te voy a echar mucho de menos y que te quiero muchísimo, cualquier cosa llámame o ven a casa.-ya empieza con la lagrimita.

-Yo también te voy a echar de menos.

Y entonces nos abrazamos hasta notamos que alguien se une al abrazo de oso. No es nada más ni nada menos que Bea. Después de acabar de despedirme de Sarah, voy con Bea a nuestra habitación, tenemos la suerte de que nos ha tocado compartirla. Después de instalarnos, decido bajar a recoger los horarios, pero cuando estoy doblando la última esquina para llegar al mostrador, choco contra algo, mejor dicho alguien y caigo al suelo. Rápidamente miro al causante de mi caída. Es un chico alto, moreno, de ojos grandes y tiene algún tatuaje. Me ayuda a levantarme y nos quedamos mirando el uno al otro como hipnotizados, hasta que llega una rubia, se coloca a su lado y empieza a mirarme mal, de pronto ladra:

-¡Oye tú, cuidado por donde vas!

Yo me limito a mirarla mal, supongo que quería que le contestara, pero me parece que no merece la pena que malgaste mi saliva con ella. Después decido seguir mi camino, cojo los horarios y vuelvo a la habitación. Al poco rato entra Scott:

-Hola cielo-se acerca y me besa-siento no haber podido ir a recogerte, me ha surgido un asunto.

-No pasa nada.

-Bueno, solo venía a disculparme, os dejo tranquilas.-y acto seguido sale por la puerta.

Al cabo de un rato me encuentro arreglándome para ir a una fiesta a la que Bea quería ir, y ha acabado convenciéndome como siempre. Decido ponerme un pantalón corto y una camiseta de tirantes que deja la espalda al descubierto.
Después de 10 minutos en coche nos encontramos frente a una gran casa de fraternidad y mientras avanzamos empezamos a ver botellas de alcohol tiradas por el jardín.

Esto no pinta bien...

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