Acto Único

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Sailor Moon no me pertenece, sólo hago esto de diversión y sin objeto de lucro

Acto Único

¿Una última llamada?

Una de las cosas más difíciles cuando algo se termina es lidiar con algo tan doloroso como llamar a alguien con quien se ha roto algo.

Mamoru siempre habia sido un chico bien dispuesto y nunca antes habia tenido problemas para decir lo que sentía, pero esta vez las palabras se le atoraban en la garganta.

Romper con Usagi sin dudas, aparte de romperle el alma, también le habia quitado muchas de sus virtudes innatas y nada de lo que hiciera lo curaba.

Pero habia tenido que pasar que en medio de su doloroso duelo personal, se hubiese topado en su casa con un pequeño bolso lleno de objetos que le habían pertenecido a ella y, y que en medio de su tristeza infinita no se los podía habia podido devolver.

Ni siquiera eran regalos. Eran objetos personales de Usagi, como pañuelos, un bolso pequeño de maquillaje de viaje y hasta un reloj de pulsera. Pequeñas minucias que se habían acumulado en su casa.

Habían quedado relegados y olvidados por completo en un rincón, mudándose de polvo.

Mamoru estuvo por mucho tiempo incapaz de ordenar su propio departamento luego de su ruptura con ella y por eso habia pasado ciertos meses antes de poder hallarlos.

Lo primero que pensó es que debería de guardarlos. Eran un recuerdo de ella. La mujer con quien pensaba iba a compartir el resto de su vida, pero para quien sin embargo el destino le tuvo otros planes.

Tal como el sugirió Motoki, otra cosa que podía hacer con esas cosas, era donarlos o arrojarlos a algún acantilado, para no tenerlos más en su casa.

Mamoru tuvo el primer impulso de seguir ese consejo pero luego el corazón le dolió de pensar de hacer algo así con algo que era de Usagi.

Estas cosas tenían dueña. Solo debía hacer un paso y llamarla para que viniera por ellas.

Pero tampoco tenía el valor para hacerlo.

Porque eso implicaría algo mucho más profundo y doloroso, porque significaría romper con el último lazo con ella, que aunque sea material era uno.

Era más que obvio que él aún se negaba a dejar ir del todo a Usagi. Todavía se aferraba a ella, aunque ya no pudiera tenerla, y su única forma de seguir percibiéndola como alguien presente era reteniendo esas cosas.

Se sentía ridículo en medio de toda su autocompasión. Pero no era de menos.

Habia perdido al amor de su vida, que habia preferido dejar hacer a su corazón y entregarse a la aventura de atreverse a vivir un amor con alguien que no le estaba destinado.

Ese Seiya Kou sí que era afortunado. Habia logrado que la mujer más bondadosa del mundo hiciera lo impensable, desafiando las leyes naturales de su vida para irse con él.

Al principio Mamoru lo odió, con todo el dolor que trajeron los amargos celos, aunque estos fueron mutando después por otros indeterminados al ver a Usagi tan feliz como siempre, o incluso más.

El corazón en esencia bondadoso de la otrora reencarnación de la deidad de la tierra, no podía evitar sucumbir ante el genuino deseo de que Usagi fuera feliz.

Pero aunque pareciera que él ya hubo aceptado eso y quisiese decir que tenía a sus sentimientos controlados, venía a enfrentarse ante esta ultima prueba de fortaleza.

¿Una última llamada?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora