Jericho

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La soltó tan rápido que ella se tambaleó sobre sus talones, pero de repente se inclinó, la subió sobre sus hombros haciendo que ella se quedara sin aliento cuando quedo presionada contra su pecho. Ella no tocaba el piso con sus pies y él se enderezo antes de que ella se diera cuenta de lo que quería hacer. El mundo se puso de cabeza y comenzó a cargarla a través de las puertas. -Ten su bolsa -Gruño el hombre que la sostenía. Ella había dejado caer su bolsa. Movió la cabeza torciéndola y levantándola un poco pero no logró detectar el suelo al otro lado de la puerta. El primer guardia maldijo en voz alta, pero hizo lo que él dijo. Cogió su maleta y los siguió, cerrando y bloqueando las puertas detrás de ellos. -Por favor -se las arregló para poder decir. -Bájame. Un grueso brazo presionaba contra la parte posterior de sus muslos, acuñado justo debajo del borde de la falda. El material de la camisa era un poco áspero en su piel desnuda mientras se sujeta a ella de una manera que no dejaba lugar a dudas que su petición fue denegada. -No pelees - le ordenó. Colgada allí, laxa y asustada, lamentó su decisión de venir a la NSO en busca de ayuda. Un hotel cinco estrellas podría haber sido capaz de manejar a la multitud de prensa en el vestíbulo para mantenerlos lejos de ella. Ella había contactado a su contador para solicitar que cerrara sus cuentas bancarias. Zed le había dicho que tomaría alrededor de una semana, pero ella tendría el suficiente efectivo para que le durara unos meses. Una llamada del abogado de su madre, había sido más que horrible, donde le indica que pronto iniciaría una batalla que podría durar años. Su tío planeaba utilizar la prensa como una manera de ganar a cualquier precio cuando se había dado cuenta que todo había sido legado a Faith. Ella había tratado de advertirle de lo que realmente sucedería pero él no había escuchado. La NSO (Organización de Nuevas Especies) acabaría consiguiendo cada centavo. Entraron en un edificio y ella miró frenéticamente a su alrededor en busca de ayuda. Unos uniformados le llamaron la atención, pero era imposible vislumbrar sus caras cuando la persona que la tenía aumentaba su ritmo. - ¿Qué está pasando, Jericó? -Era una mujer que hablaba. -La voy a llevar a la sala de interrogatorios uno. -Iré contigo. ¿Podrías bajarla?
La soltó tan rápido que ella se tambaleó sobre sus talones, pero de repente se inclinó, la subió sobre sus hombros haciendo que ella se quedara sin aliento cuando quedo presionada contra su pecho. Ella no tocaba el piso con sus pies y él se enderezo antes de que ella se diera cuenta de lo que quería hacer. El mundo se puso de cabeza y comenzó a cargarla a través de las puertas. -Ten su bolsa -Gruño el hombre que la sostenía. Ella había dejado caer su bolsa. Movió la cabeza torciéndola y levantándola un poco pero no logró detectar el suelo al otro lado de la puerta. El primer guardia maldijo en voz alta, pero hizo lo que él dijo. Cogió su maleta y los siguió, cerrando y bloqueando las puertas detrás de ellos. -Por favor -se las arregló para poder decir. -Bájame. Un grueso brazo presionaba contra la parte posterior de sus muslos, acuñado justo debajo del borde de la falda. El material de la camisa era un poco áspero en su piel desnuda mientras se sujeta a ella de una manera que no dejaba lugar a dudas que su petición fue denegada. -No pelees - le ordenó. Colgada allí, laxa y asustada, lamentó su decisión de venir a la NSO en busca de ayuda. Un hotel cinco estrellas podría haber sido capaz de manejar a la multitud de prensa en el vestíbulo para mantenerlos lejos de ella. Ella había contactado a su contador para solicitar que cerrara sus cuentas bancarias. Zed le había dicho que tomaría alrededor de una semana, pero ella tendría el suficiente efectivo para que le durara unos meses. Una llamada del abogado de su madre, había sido más que horrible, donde le indica que pronto iniciaría una batalla que podría durar años. Su tío planeaba utilizar la prensa como una manera de ganar a cualquier precio cuando se había dado cuenta que todo había sido legado a Faith. Ella había tratado de advertirle de lo que realmente sucedería pero él no había escuchado. La NSO (Organización de Nuevas Especies) acabaría consiguiendo cada centavo. Entraron en un edificio y ella miró frenéticamente a su alrededor en busca de ayuda. Unos uniformados le llamaron la atención, pero era imposible vislumbrar sus caras cuando la persona que la tenía aumentaba su ritmo. - ¿Qué está pasando, Jericó? -Era una mujer que hablaba. -La voy a llevar a la sala de interrogatorios uno. -Iré contigo. ¿Podrías bajarla?
-No. Llama a Fury. Dile que la hija de la Doctora Tee se encuentra bajo custodia. - ¡Mierda! -Dijo la mujer en voz baja entre dientes y se giró, alejándose. Caminaron unos instantes más y luego entraron a otra habitación. El mundo se enderezó mientras quien la sujetaba se inclinaba y su culo aterrizó sobre una superficie dura y plana. Él la apoyó de nuevo con otro brazo cuando él la dejó por lo que se mantuvo en posición vertical ya que su balance estaba mal. Ella se dio cuenta que había sido deliberadamente suave cuando la había sentado en la mesa, ya que nada le dolía. La soltó y dio unos pasos hacia atrás. Faith miró a su alrededor. La habitación tenía las paredes de concreto, sin ventanas o espejos, una cámara en la esquina, y una puerta de metal. El techo era de concreto también con una luz larga que cubría la mesa de metal donde estaba sentada. Con barras firmemente tejidas cubrían la lampara para evitar que sea manipulada de ninguna manera. No había sillas alrededor de la mesa. Se enfocó en el hombre grande con uniforme. No estaba segura de qué decir. Cien preguntas llegaron su mente, pero no estaba segura de cuál de ellas preguntar primero. Le molestaba que hubiera declarado que estaba en custodia. Eso implicaba que estaba bajo arresto. Un nuevo temor apareció y ella decidió ir con la primera pregunta. - ¿En custodia? ¡Yo no soy mi madre! Lo sabes, ¿verdad? ¿Estoy bajo arresto? Yo no he hecho otra cosa que venir aquí. Él extendió la mano y se arrancó el casco. Faith estaba fascinada y todavía asustada cuando lo vio. Tenía el pelo negro, recogido en una cola de caballo, y sus rasgos eran muy masculino. Pómulos fuertes y una barbilla dominaban su rostro con un conjunto de labios carnosos establecidos en una mueca. Su nariz le llamó la atención a continuación. Era ancha y más plana que la de un ser humano normal. Levantó la mirada para encontrarse con un par de ojos sorprendentes. Que le revelaron que no era una nueva especie felino. Eran demasiado redondeada y humana. El color en ellos le había hecho agradecer el estar sentada. Eran un color marrón oscuro, pero había un tono rojizo en ellos aun con la dura luz del techo. Estudió su rostro de nuevo, con una rápida mirada, antes de que el temor real llegará una vez más. No tenía ninguna duda de que genética había usado su madre para combinar con ADN humano. El hombre que respiraba frente a ella era la prueba de un vínculo entre el hombre y el simio. Su madre pudo haber formado esa conexión en su caso, pero era innegable. Una serie de lecciones, sobre los experimentos fallidos de la investigación surgió en su memoria, cuando la golpeo la curiosidad acerca de lo que su madre hacía para ganarse la vida. Su atención se había centrado más en las curas genéticas que ella había encontrado, pero ella también había descubierto los experimentos de los semi-humanos. Un biólogo soviético había documentado que había intentado crear un mono híbrido humano pero nunca lo había logrado. Había desarrollado un método para inseminar artificialmente a los animales domésticos, pero su madre realmente lo había llevado a un nuevo nivel mediante el uso de la ingeniería genética para lograr esa hazaña.
- ¿Cuál es tu nombre? - él tenía una voz ronca, un poco áspera, eso le dio escalofríos. -Faith - Ella se lamió los labios y se ajustó un poco en la superficie, dura e implacable de la mesa, a una posición sentada más cómoda. Sus manos las entrelazo sobre el regazo, ya que no estaba segura de qué hacer con ellas. -Yo... um, me acabo de enterar de la asociación de mi madre con la NSO, ayer por la noche después de su muerte. - ¿Asociación? -Sus rasgos se endurecieron y sus ojos se estrecharon. -Ella creó su especie. -Las palabras salieron demasiado suave pero él la oyó. No tenía ninguna duda acerca de eso, sus manos, le llamarón la atención, ya que estaban cerradas en puños a los lados. Eso la hizo consciente de lo grande que era. No podía dejar de notar su enorme pecho de nuevo. Probablemente había conseguido ese rasgo físico de lo que supuso era un gorila. Sus brazos eran gruesos, su cintura se estrechaba hacia caderas delgadas. Él era grande. - ¿Tienes mezclado ADN de gorila? No te ves como orangután. - Él gruñó bajo y eso la hizo sentir curiosidad. -¡Cállate! Pero esa orden llegó demasiado tarde, sentía curiosidad. Había sido un tiempo infernal desde la llamada después de almorzar con Paul. La muerte de su madre había venido como un golpe, seguida por el arribo tardío de su tío para informarle de su furia por haber sido dejado fuera del testamento. Tío Len había le había contado minuciosamente todo lo sabía sobre su madre y que la vería en el infierno antes de que ella heredará un centavo. - ¿Qué te hace pensar eso? - Ella estaba aterrorizada de responder, pero ella había abierto esa lata de gusanos. -Um... los orangutanes masculinos tienen... -Su voz cedió y ella sólo levantó la mano, usando un dedo para señalar lo largo del lado de la frente y la zona de los ojos. Tragó saliva. -Almohadillas carnosas en sus caras, aquí. Tu coloración es más acorde con la de un gorila también. -Ella juntó las manos de nuevo para ocultar que le temblaban. - ¿Por qué gorila? ¿Por qué no chimpancé? -Estaba loco. Su voz sonaba todavía en tranquila. -Tu tamaño. -Adelante. -Él cruzó los brazos sobre su pecho. -Explícame. -No era mi intención ofenderte. No he dormido y sólo diga cosas fuera de lugar. Lo siento. -Explica -, gruñó. - ¿Por qué crees que soy un gorila? -Yo no he dicho que eres uno. Creo que fueron diseñados con el ADN humano y de gorila. -Todavía estoy esperando. - Él no estaba dispuesto a dejarlo pasar. -Tu cabello negro. Quiero decir, podrías haberlo conseguido por tu lado humano, pero la conformación de sus ojos me recordó a un gorila y parte superior del pecho y los brazos están um... muy pronunciada. La nariz me confundió pero um... sí. Eso es lo primero que se me vino a la cabeza. - ¿Mi nariz? -Los gorilas tienen fosas nasales más grandes, pero la tuya no, um.... - ¡Cállate!- Ella selló sus labios antes de seguir hablando. Ella había aprendido de primera mano que tenía mucho temperamento y esperaba que él fuera más como sus antepasados gorilas en ese sentido. Ellos no eran conocidos por ser demasiado agresivos o violentos, pero podían dar un espectáculo de miedo si se sentían amenazados. - ¿Eres genetista también? -Ella negó con la cabeza. -No.- -Parece que sabes mucho sobre los primates. -Me pasé dos veranos como voluntaria en un zoológico. - Lamentó su respuesta tan pronto como se dio cuenta de lo mal que sonaba. -Yo quería ser veterinaria, -ella soltó. -Pero eso no sucedió. Ya está chico... y ahora me voy a acallar.

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