Prométeme

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No gastes tus lágrimas.
Algún día las necesitarás.

No malgastes tus gritos,
tus palabras,
algún día será el día
en que todo se vuelva
sangre.

El día en que allá donde
pegues una calada profunda,
para calmar tu ansiedad
se convierta en
sangre.

Allí será donde tus gritos,
tus palabras,
tu lágrimas atadas
vayan directamente a tu alma.
Y ya no habrá escapatoria.

Las necesitarás
para darle las gracias al cuerpo frío
por haberse portado bien.

Pedir perdón
al cuerpo con corazón de hierro
con corazón de inocente,
de los que más sienten y menos mienten,
por matarle sin pena.

Echa de menos
esos remordimientos de niña pequeña.
Pero no demasiado.
No lo suficiente para mirar atrás.

Mata el tiempo
con una pistola de calibre 9mm
y después coge los pedazos y véndelos.

Sé una traficante de:
Horas viendo películas,
de minutos inhalando
la esperanza, de reír más mañana, del cigarro mirando las estrellas y,
de segundos disfrutando de la útlima sonrisa de alguien.

Y cuando los vendas,
avisa
de que,
en esos momentos,
al menos has tenido una sonrisa.

Y prométeme
que antes de irte
vas a utilizar
tus últimos gritos de dolor
para quitarte el cuchillo de la muñeca.

Que vas a utilizar antes de irte
tus últimas palabras
para decirle a quien tú más quieres
que tienes las palabras perfectas,
pero que jamás deben ser dichas.

Y,
que vas a utlizar esas últimas lágrimas
que te quedan,
para llorar tu muerte.

Y dale las gracias,
tu muerte ha sido la única que ha sido capaz
de salvarte de
vivir muriendote por dentro.

Sonreír con unas cuantas palabras clavadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora