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Me escocía la garganta pero no iba a parar de fumar,
lo que había visto me aterraba,
era la cruel verdad.
Las caladas me calmaban pero a su vez me alteraban y acababa -como siempre- dormida en él sofá con el cigarro aún a medio acabar.

Cuando Todos Duermen...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora