Capítulo 2: Un nuevo proyecto de vida en marcha

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La expresión «dar brincos de felicidad» nunca se sintió tan real en toda mi vida, y es curioso que lo estuviera experimentando por primera vez en mi etapa adulta; hasta un poco inmaduro me parecía, pero estaba feliz y reafirmaba mi convicción de que a partir de hoy vendría una serie de días excelentes.

Busqué mi segunda taza de café con leche de la mañana y me senté en mi cubículo lista para empezar a trabajar. Entre más rápido empezara, mucho mejor. Encendí mi Ipad y esperé pacientemente a que el buscador cargara para empezar a indagar acerca de mi clienta en Internet. Desde luego, era una mujer joven, modelo exitosa y sus gustos: extravagantes y elegantes. No era difícil imaginar que querría una boda por todo lo alto y en base a esto, busqué mentalmente proveedores que podrían serme de mucha ayuda.

Continúe con mi investigación hasta que se acercó una colega a mi mesa: se trataba de Mileody Cruz, la contadora de la agencia.

-Parece que alguien ha cogido un buen negocio. -canturreó apoyándose en mi pequeño escritorio, que crujió bajo su peso. Su sonrisa tan blanca como la lámpara sobre nosotras.

-De hecho, sí. ¡Y estoy tan contenta! -exclamé, dejando a un lado mi agenda. Me extrañaba que ella estuviera por estos lares, porque nuestra relación no era la más cercana que se diga. Era más del tipo: cada quién haga su trabajo sin mirar a nadie más.

-Me lo imagino... -asintió una vez-. ¿Y de quién se trata? ¡Cuenta!

Obtuvo la respuesta por ella misma cuando se inclinó y miró mi Ipad.

-¡¿Tu cliente es Clara Bracamonte?! -Medio gritó, medio me aturdió.

-Si -respondí como si nada. Por supuesto que pude ver los celos y la envidia en su cara.

-Genial. Eso es muy bueno. -habló entre dientes y dando media vuelta, regresó a su puesto de trabajo.

Me encogí de hombros.

No podía lidiar con ella teniendo tanto trabajo, así que continúe tomando notas sobre las propuestas que le daría a la futura novia mañana.

(...)

En la gran mansión Bracamonte se estaba empezando a sentir el revuelo que significaba una boda próxima, y más siendo la hija menor de la familia la novia.

Bajé del taxi justo cuando mi reloj marcó las nueve en punto y al mirar al frente, quedé naturalmente hipnotizada por la majestuosidad del lugar.

Di pequeños pasos hasta que un guarura -al que no vi de dónde salió- me detuvo.

-Identifíquese, por favor -Me ordenó con voz ronca y pose intimidante.

-Eh, si. Hola -Odié escucharme tan insegura, así que me erguí y aclaré mi garganta antes de continuar. -Mi nombre es Ángela Gallegos y tengo una reunión con la señorita Clara Bracamonte. Soy la encargada de organizar su boda -. Le informé, dándole mi sonrisa de qué-orgullosa-estoy.

No obstante, él siguió con su expresión hostil.

-Permítame confirmarlo. -asentí, comprensiva. Sólo estaba haciendo su trabajo.

Él repitió lo que yo le había dicho y luego de varios asentimientos, me dejó pasar a través de la puerta al lado del portón. Seguí el camino de piedrecillas inhalando el sutil perfume floral del jardín delantero. El lugar era precioso.

Me encontré con una señora de servicio en la puerta principal a la que le sonreí.

-Buenos días. -Saludé cordialmente.

NO te cases conmigo© DISPONIBLE EN DREAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora