Está harta de caminar sin rumbo. Sin sentido ni carretera. De caer en círculos en el mismo sitio, como un ave herida, una y otra vez.
Hace tiempo que su vida se resume en minutos que corren inmóviles. Cada hora igual a la anterior. Torturando su mente. Dejándola sin aire. Una sucesión de rutinas. Letal.
Hace tiempo que sus sueños se congelaron. La esperanza se perdió y las ganas abandonaron el barco. Ya no recuerda la última vez en la que sus ojos se iluminaron por ilusión, por el sol, por vivir.
Hace tiempo que dejó secar la sangre a la sombra. Dejó que le guardaran las alas y cerró los ojos. Acurrucándose otra vez en alguna esquina perdida.
Hace tiempo que está agotada de subsistir en un naufragio del que no puede salvarse ni ahogarse. Sin fuerzas. Rogando por ver morir otra noche más. Temiendo por ver nacer otro día más.
Hace tiempo que dejó de bailar y de habitar en versos. Está estancada en silencios. Pisando los fragmentos de una brújula que se rompió hace meses. Ni siquiera se reconoce. -¿Quién soy?-preguntó asustada-¿Dónde estoy?-susurró buscándose en el espejo.
Y es que hace tiempo que se perdió a sí misma. Hace tiempo que perdió el control de su vida. Presente. Futuro. Ella.
Hace tiempo que entró a formar parte del club de las marionetas. Extrajo los colores de las paredes y se encerró en una jaula diminuta. Extinguiendo el leve susurró de música que quedaba en sus oídos.
Hace tiempo que detuvo su vida para verla a través de la sociedad. A través de ellos. Para no enfadarles. Para no decepcionarles. Para no fallarles. Porque es su obligación. Porque es lo que se dicta.
Hace tiempo...
Ahora avanza la cuenta atrás. Cae la guillotina. El último rastro de vida titubea entre sus dedos.
-¡Despierta!-quiso gritarle su reflejo.
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