Can't let go

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N/A: Ya solo queda un capítulo. Preparen sus cajas de pañuelos.

***

Desde ese día, todo pasó tan rápido para la Kuchiki que antes de que se diera cuenta se estaba mudando al piso de Ichigo. El apartamento era mucho más grande de lo que recordaba, probablemente porque no prestó atención a sus alrededores la primera vez que estuvo de visita. Era mucho más amplio que su propio piso, más iluminado, se atrevería a decir alegre incluso. La habitación principal estaba pintada de un azul claro, todos los muebles de colores iguales y con una cama los suficientemente grande para que hubieran dos personas perdidas bajo las sábanas...

O haciendo otra cosa... Rukia miró hacia Ichigo –quién estaba haciendo espacio en el armario para la ropa de ella – de reojo, sonriendo de medio lado mientras planeaba en silencio su próximo movimiento.

¡Maldita sea! —maldijo dramáticamente, apenas logrando mantener una expresión neutral mientras veía al pelinaranja girar la cabeza hacia ella. Había llamado su atención. Bien— Creo que se me cayó el anillo por aquí...

—¿E-eh? ¿Dónde?

—Entre las sábanas... —buscó a ciegas entre aquellas, desordenándolas— ¿Podrías echarme una mano?

Ichigo se apartó de su tarea con el armario y se acercó hacia la cama con inocente curiosidad. En el momento, sin embargo, que se inclinó sobre la cama para mirar mejor bajo las sábanas, fue placado por Rukia contra el colchón.

—Mmm, creo que encontré lo que estaba buscando... —ronroneó Rukia, asiendo sus piernas alrededor de las caderas de Ichigo. Aquel la estaba mirando con estupefacción.

—Vale, este lado de ti siempre aparece cuando menos lo espero.

—Voy a contar hasta tres y si no empiezas a quitarte la ropa...

—Puede que necesita ayuda con los pantalones.

***

—Rukia.

—¿Hmm?

—¿Estás dormida?

Un pequeño gruñido de incomodidad abandonó los pálidos labios de la joven. El pelinaranja se rió en voz baja al ver el entrecejo de Rukia arrugado, molesta porque su camino hacia quedarse dormida había sido interrumpido.

—Me estaba preguntando... —continuó diciendo suavemente, levantando la cabeza para apoyarla sobre su brazo—. ¿Hay algún lugar al que quieras ir?

Rukia resopló, sus labios torciéndose casi en una sonrisa mientras respondía en apenas un susurro entendible:

—No vas a saltarte la universidad, Ichigo.

—Solo serán unos días y luego-

—No. Fin de la discusión.

—Si lo piensas un poco-

—No. Ahora silencio. Tres rondas es todo lo que puedo aguantar y necesito dormir.

Ichigo suspiró y rodó los ojos en irritación, pero rodeó el cuerpo más pequeño contra el suyo con sus brazos de todos modos, su nariz hundiéndose en el dulce olor de su pálido cuello. Relajándose lentamente y dejándose caer dormido junto al cálido cuerpo a su lado, no pudo evitar pensar que habían demasiadas cosas de las que quería hablar con Rukia, incluso si ella se iba resistir a contestar.

***

Lo primeros tres meses y medio pasaron demasiado rápido para el gusto de ambos. Después de una discusión sobre el tema, Rukia finalmente dejó su trabajo en el café y en su lugar usaba su tiempo libre –mientras Ichigo estaba fuera – para hacer intentos frustrados de cocinar o sacar a Renji de su trabajo para tomar paseos por el parque. De los chequeos médicos que regularmente se hacia Rukia en el hospital, Ichigo nunca escuchó de ellos pues la Kuchiki se rehusaba a hablar de ello e iba sola. Cualquier intento de presionarla acababa en Rukia evadiendo cualquier pregunta hasta el último momento y entonces cambiara su actitud por completo para arrastrar al pelinaranja a hacer algo mucho más agradable que una aburrida charla... estar bajo las sábanas. Después de aquellos primeros incidentes Ichigo se rindió –Kurosaki Ichigo no se rinde tan fácil, pero decidió retirar por el momento – y a regañadientes aceptó la idea de que sus preguntas siempre acabarían en oídos sordos...

Lo que tenga que ser, seráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora