LA MARIONETA DEL PAYASO.

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Se escuchan risas de los niños, aplausos de los adultos. La razón es sencilla el magnífico espectáculo del circo de los Akatsukis ¡había dado inicio! Había de todo un poco en ese circo, malabaristas, trapacistas, domadores de leones, magos, payasos. Pero entre todos esos artistas singulares resaltaba cierto payaso que tenia la mayor cara de depresión.

- Mi madre tenía razón- bajo la cara haciendo que su cabello rojo tapara sus ojos- no sirvo para el circo.

- Oooh vamos Sasori eres un payaso, se supone que debes estar siempre feliz- animo un chico de cabellos rubio largo y su ojo azul.

- Solo dices eso porque tú eres el mejor mago del circo Deidara- lo mira con algo de enojo- todos te aman pero a mí siempre me piden que me vaya antes que empiece mi espectáculo- tumba su cara sobre una mesa que tenia al frente de él.

- Sasori no digas eso, solo necesitas algo nuevo en tu espectáculo- le sonrío de oreja a oreja hasta que una figura imponente se paro detrás de él.

- Sasori es tu turno, más vale que saques al menos una risa de un niño esta vez- dijo el dueño del circo que tenia la cabellera naranja y sus ojos de un extraño color morado.

- Está bien Pain, hare lo posible para sacar una risa- y comenzó a irse a la arena para dar inicio al espectáculo que le correspondía.

En medio de esa arena empezó a hacer malabares con pasteles para luego dejarlos caer sobre su cara, nada d risas. Empezó a contar chistes, nada. Un monociclo mientras se maquillaba y cantaba para luego caerse, nada. Solo le quedaba un acto y ese era hacer un ridículo baile, no funciono cero risas. Cuando se despidió de las personas pudo oír como todos empezaban a aplaudir, ¡mierda eso si que molestaba y deprimía! Se supone que es un payaso, debe ser gracioso.

Cuando salió y vio a su amigo rubio y al pelinaranja con caras de pena supo que lo mejor era irse a su remolque a descansar y pensar que poder hacer para hacer su espectáculo más gracioso antes que lo boten del circo. Estaba en su cama viendo el techo, ya se había quitado su maquillaje dejando ver a un guapo muchacho de cabellos rojos y ojos cafés.

Cualquiera que lo viera así por la calle pensaría que es modelo pero no, es el único payaso del circo. ¿Por qué payaso? Fácil, ese siempre fue su sueño desde que era un pequeño niño. Estaba pensando que hacer hasta que sintió que tocaron a su puerta para luego ser abierta, dejando ver a un muchacho de cabellos plata y ojos fucsia.

- Que quieres Hidan- dijo Sasori mientras volteaba su vista al joven que traía unas espadas en su espalda.

Solo quise venir a verte antes de empezar con mi espectáculo- dijo entrando y sentándose a un lado de él- como te fue en esta ocasión payaso sin gracia.

- Como siempre me va lanza espadas, desquiciado- suspiro, algo deprimido- dime, que puedo hacer para mejorar mi acto.

- No sé, consigue algo nuevo para hacer tu espectáculo, algo que ningún otro payaso ha usado alguna vez- dijo parándose después de haber dicho eso- bueno idiota es mejor que me vaya antes de que Pain me mate.

- Está bien- vio como su amigo salía por la puerta y el daba un largo suspiro- algo nuevo para mi espectáculo- se dijo a sí mismo.

Después de decidió cambiarse y salir a comprar algún objeto para mejorar su espectáculo. Camino por las calles de uno de los barrios más pobres de la ciudad. Veía todas las tiendas que había pero en ninguna había algo que lo ayudara. Hasta que vio esa tienda –baratijas Yamanaka- no supo que era pero algo en su ser le decía que entrara, y así lo hizo.

Veía todos los estantes, habían muchas cosas que quizá lo podrían ayudar a hacer algo más gracioso pero ninguna le llamo de verdad la atención. Estaba por salir cuando la vio, vio a esa pequeña marioneta sentada en el estante más alto. No pudo evitar cogerla y sonreír al verla.

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