Epílogo.
Nosotros.
—Kouki...
...
—Kouki...
...
— ¡Kouki!
...
— ¿Kouki, por qué lloras? — Pequeñas gotas caen sobre sus mejillas y ellas se pierden en las hojas de papel que lee.
— ¡Ah! ¡Lo siento, perdón, Sei! — Con el dorso de su mano se limpia las lágrimas, Seijūrō se acerca y toma su rostro, ayudando también a cercar las lágrimas. Kouki sonríe y Seijūrō le sonríe de vuelta, depositando un beso en la frente del castaño. — Estaba dándole el último vistazo al borrador.
— ¿Que te pidió tú editor esta vez?— Kouki le tiende las hojas y Seijūrō las toma, Kouki estira un poco su cuerpo mientras Seijūrō se quita lentamente y con una sola mana la corbata. Kouki deja caer su cuerpo sobre la acolchada superficie, se deja envolver por el perfume de las sabanas y por la fragancia de Seijūrō en su almohada.
Son algunos minutos en completo silencio, Kouki espera pacientemente por Seijūrō, mientras éste lee.
— ¿Algo para que tus lectores mueran deshidratados por tanto llorar? — Pregunta medio en broma medio en serio.
Kouki sonríe y sus mejillas se cubren de un pequeño rojizo.
—Me pidieron una historia triste y trágica, eso es lo que les doy.
—Bien, cumpliste al pie de la letra. — Seijūrō se inclina y ahora besa los labios de Kouki, un beso tierno y suave al principio, pero pronto se vuelve más apasionado, más profundo, más salvaje, Kouki envuelve su cuello y abre sus labios, Seijūrō no pierde ni un segundo y pronto su lengua invade la boca de Kouki.
Al cabo de algunos minutos sus labios se separan, Kouki se ve reflejado en aquellos ojos carmesí y sus mejillas se tornan más rojas que una cereza. Seijūrō sonríe y acaricia su mejilla, con cuidado se sube por completo a la cama y abraza a Kouki por la cintura, situándose a su lado.
— ¡Bienvenido a casa! — Kouki dice y Seijūrō sonríe.
—Estoy en casa. — le abraza con más fuerza, acomodando su rostro en el pecho del castaño, su aroma es exquisito como siempre, relajante y confortante. Siente las manos de Kouki por su rostro, tocando su mejilla, él solamente mantiene los ojos cerrados disfrutando del suave tacto del castaño. — Mañana tendré el día libre... ¿Quieres ir a comer conmigo?
—Me encantaría. — Le escucha responder. — ¿Sei? — Algo parecido a: ¿Uhm? Salió de sus labios, dándole a entender que lo escuchaba. Kouki deja escapar una pequeño sonrisa. — Te amo.
—Lo sé. — Seijūrō abre sus ojos y frunce el ceño al observar las lágrimas que Kouki retiene. — ¿Kouki?
—Lo siento. Es que... sé que es solo una historia, aún así... — Seijūrō niega lentamente, ama a Kouki por esos pequeños detalles, por su calidez, por su amabilidad, por su sencillez, por los hermosos sentimientos que posee.
—Poder transmitir esos sentimientos a través de una historia no es fácil, Kouki... que te haya marcado tanto demuestra lo buen escritor que eres.
—Gracias, Sei. — Kouki sonríe, sabe que puede confiar en las palabras de Seijūrō. — Mañana vendrán a recogerlo, después será todo un día para nosotros. — La idea no le desagrade a Seijūrō, todo un día solo con Kouki, es más que perfecto. — Iré a preparar la cena y el baño, debes estar cansado. — Seijūrō le libera y Kouki deja un beso sobre los labios del pelirrojo.
— ¿Nos bañaremos juntos, verdad? — Kouki se sienta en la esquina de la cama, sus mejillas están rojas, Seijūrō puede darse cuenta de ello, incluso si no puede verlo de frente.
—Si tú quieres. — Sus ojos se abrieron por la impresión, generalmente Kouki era una persona tímida y de fácil sonrojo, se avergonzaba fácilmente, incluso durante el sexo, aunque no había nada que pudiera ocultar, que no haya visto antes.
Kouki se levantó con la intención de salir de la habitación e ir a la cocina a preparar la cena. Sus mejillas aún se mantenían rojas por la vergüenza.
—Kouki. —Le llama el pelirrojo, pero Kouki no tiene pensado voltear, no con sus mejillas hirviendo. — No te dejaría ir. —Se detiene a unos pasos de la puerta. — Incluso si es la muerte; pelearía con todas mis fuerzas, haría posible lo imposible. No escaparías tan fácil de mí.
¿Por qué? ¿Cómo es que puede decirle las cosas que Kouki quiere escuchar? ¿Estaba bien sentirse de esa manera? ¡Tan malditamente feliz!
—Estarás por siempre junto a mí. — Lo escucha acercarse, Kouki se da la vuelta lentamente, dejándose envolver por la voz de Seijūrō, una sonrisa adorna sus labios y las lágrimas que derrama son de pura felicidad.
—Por supuesto, es lo único que quiero.
—Esta es mi prision de amor, hecha especialmente para ti.
Kouki sonríe, Seijūrō extiende sus brazos y Kouki corre hacia él, sintiéndose protegido cuando los brazos de Seijūrō rodean su cuerpo.
Si es ese tipo de prisión, a Kouki no le importaría quedarse encerrado toda una vida.
—Te amo, Sei.
-The End-
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Último verano. |AkaFuri|
FanficNo tengo deseos que se harán realidad y aun si los tuviera, mi plegaria seria la misma: "Por favor, has que Seijūrō sea siempre feliz." AkaFuri.