A veces duele. A veces duele tanto que pareciese que estuviesen desvalijando tus intestinos y arrancándote el corazón a bocados. Y sueño con que me desintegro y desaparezco.
Empiezan los pies, las piernas y la cadera.
Me voy fundiendo con el aire. Con la nada.
Sigue por el abdomen hasta terminar por la cabeza.
Y sin más, así de fácil, me diluyo con la nada. Desaparezco de esta vida tan incomprensiblemente desgarradora.
Abro los ojos. La realidad sigue ahí. La vida sigue ahí. ¿La vida es dolor? Ojalá todo ese cúmulo de experiencias se diluyese con la sencillez con la que podría evaporarme.
Pero no.
Todo ello me golpea, me destroza, me deja endormecida y anhedónica.
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No presiones ese corazón.
Sonstiges¿Y qué si dejase mis fuerzas en conseguir el sudor frío después del sexo? ¿Y que si dejo de importarme en nadie más?