~Una verdad desenmascarada~

7 0 0
                                    

Ha pasado el tiempo, mi familia ha seguido igual, como todo lo demás. Nada ha cambiado en este año, si, estoy cumpliendo 18. Hoy iré a hacerme el pasaporte para cumplir uno de mis sueños, viajar por cuenta propia a Italia.

La emoción del viaje la llevo en mi desde que era solo una niña, nada podría arruinarlo, era mi mayor sueño, poder conseguir un buen lugar allí por aunque sea unos meses, vivir, disfrutar, amar, eran cosas que quería pasar allí, y eso haría. Estaba a tan solo unas horas de dar un paso para cumplirlo, sentía que todo era irreal, que no podía estar por cumplir mi sueño, pero así era, o al menos eso creía.

Había llegado mi turno para el papeleo, había estado muy nerviosa hasta entonces pues tenía miedo de que algo saliera mal, y así fue. Empezaron a pedirme varios papeles los cuales traía conmigo, y otros que no, pero hubo uno en especial que capto toda mi atención, mi acta de nacimiento, no la había visto en toda mi vida, pues de esas cosas se encargaba mi madre y nunca me permitió ver ese tipo de papeles. Preocupada y frustrada volví a mi casa, esperando encontrarme con mi madre, contarle lo sucedido y preguntarle por que no es algo que yo llevaba junto a mi si ya tenía edad.

Me arrepentí inmensamente de haber preguntado aquello, al principio intentó persuadirme con mentiras y preguntas atacantes, note su nerviosismo, su cara se había alargado como nunca antes al escuchar esa pregunta, al parecer nada bueno provendría de allí. Mis manos ya transpiradas anunciaban el comienzo de mi alteración, por desgracia tenía varias ideas coherentes de la respuesta que me diría y todas ellas me carcomían la cabeza lentamente, desesperándome aún mas por saber aquellas palabras que no dejaban de atormentarme aún sin ser dichas.

Hasta que las anunció de manera directa y rápida, las escupió como si de fuego se tratara, y en ese instante, en ese segundo, mi corazón explotó o dejó de funcionar, no lo se, pero en ese momento no sentía nada. Veía que seguía hablando pero no podía escuchar ni una palabra de lo que mencionaba, ya no reaccionaba a lo que sucedía, simplemente quedé helada por la noticia que tan bruscamente me fue dada. Lo imaginarán, me dijo que fui adoptada a muy corta edad pero sabía que mentía. No había papeles, ni firma, ni adopción, había sido encontrada, o raptada, quien sabe, solo era seguro una cosa, mi corazón no fallaba, no pertenecía a aquel que creía mi lugar.

Búsqueda a ciegas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora