En una gran metrópolis, ruidosa, agitada y con una población muy densa existía una pequeña escuela en la cual trabajaba un profesor llamado Isaías, dictaba cátedras de historia de manera magistral.
En cierta ocasión a comienzos del año escolar, llega a su aula un joven llamado Gustavo, era un joven extrovertido, imprudente y extremadamente abusivo con el resto de las personas que conformaban el salón y pensaba que todo podía solucionarse con palabras de disculpa.
Isaías al ver las distintas situaciones de bullying por parte del muchacho hacia sus compañeros de clase intenta dialogar con el:
Isaías: ¡Gustavo, me encuentro sumamente preocupado por ti!
Gustavo: ¿y porque por mí?
Isaías: simple, por tu extraña conducta, dime ¿hay algo que te moleste de esta escuela o en su defecto de mi clase?
Gustavo: no, simplemente me gusta ser así, es mi forma de ser y ni usted ni nadie tiene derecho a cambiármela.
Isaías: es cierto, puedes volver a tus actividades.
Más tarde, al llegar la clase el profesor decide no abordar su clase y en vez de eso realizar una actividad.
Isaías: muchachos, hoy realizaremos una dinámica sumamente especial y para ello necesito un voluntario. ¡Gustavo quiero que seas tú! El joven hace caso (lógicamente de mala gana)
El docente le entrega una hoja a su alumno una hoja en blanco, en excelente estado de pulcritud.
Isaías: Gustavo, por favor haz una pelota con la hoja que acabo de entregarte.
El discípulo lo hace quedando la hoja totalmente arrugada.
Isaías: excelente ahora quiero que intentes dejarla totalmente lisa, tal cual como te la entregue.
Por más que el muchacho lo intentó le fue imposible el cumplir con la asignación.
Gustavo: no puedo profesor en imposible dejarla como estaba.
Isaías: excelente siéntate.
Cuando el niño toma asiento el profesor habla a la clase
Isaías: hijos míos, la confianza, el cariño, y el respeto de alguien es como esta hoja, pulcro, extraordinario, pero cuando se maltrata, o en el ejemplo se arruga, nunca, escúchenme bien, ¡nunca! Podremos volver a dejarlo como estaba por más veces que lo intentemos. Por eso les aconsejo, siempre respeten a las demás personas, porque no existe nada más hermoso que los valores de, confianza, respeto, cariño entre muchos más que existen.
Concluyó el profesor diciendo:
¡En el respeto por los semejantes está la verdadera felicidad!
PD: Estoy debutando hoy y les agradeceria dejarme en los comentarios sus críticas, opiniones, sugerencias y todo lo que deseen.
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Historias de la vida
Non-FictionHistorias intrínsecas de la realidad, unas tienen metáforas otras son reales pero ojala nunca toquen la puerta de su hogar y mucho menos de su corazón y/o entendimiento, de hacerlo aquí les daré consejos de cómo afrontarlas de la mejor manera