Bajo el lodo siempre hay diamantes

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Un padre muy ansioso le dice a su hija: estoy impaciente por ver tus  calificaciones, espero y no me decepciones.

Llegado el gran dia ve las notas y se queda asombrado, acto seguido unas lágrimas recorrían  sus mejillas, un centenario pedagogo llamado Carlos lo ve y decide ayudarlo

Carlos: Señor lo noto algo triste, venga a mi oficina y conversemos.

Willie: Está bien profesor, usted me dio clase hace muchos años y estoy conciente de su buen juicio

Ya en la oficina comienza el interrogatorio.

Carlos: cuénteme ¿que mal oprime su pecho mi estimado?

Willie: Hoy retire las notas de mi hija y debo admitir que estoy decepcionado

Carlos: ¿A que se debe?

Willie: mi hija obtuvo la mínima  calificación requerida para aprobar en matemáticas  por el contrario fue la mejor en artes.

Carlos: Supongo que ya sabra que debe hacer

Willie: ¡Claro! hoy mismo la inscribire en un curso intensivo de matemáticas.

Carlos: Eso es lo peor que puede hacer, inscribala en un curso intensivo de artes...

Willie: no entiendo...

Carlos: Explote el gran potencial que tiene su hija, cada talento es un don que Dios nos ha proporcionado, y si usted se lo reprime su hija crecerá frustrada pues se sentirá obligada a hacer lo que usted quiere que ella haga

Willie: Tiene usted razón.

Carlos: Claro, no todos nacimos para lo mismo, no todos somos buenos en lo mismo, pero desgraciadamente somo esclavos del modelo paradigmático que nos da la sociedad y en este caso el sistema educativo que se torna demasiado ortodoxo para la realidad actual en la que nos encontramos.

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