Sonó el timbre. Salimos todos disparados, como si cruzando la puerta nos esperaran aventuras inimaginables, batallas, rescates, todo lo que añoramos cuando éramos niños.
Tomé mi mochila y agarré a Deva con fuerza, para ir a explorar lo que nos faltaba del Bosque de Humanos. Era un viejo bosque que había crecido a los al rededores del lago. Tenía arboles extraños, parecían personas agonizantes que tenían en sus manos, espalda y cabeza ramas y hojas verdes como los ojos de Deva.
–Espera, tenemos que saber si Kuss y Gal irán, ¿te acuerdas? –dijo mientras no me dejaba avanzar–. Somos un equipo.
–Es cierto pero, Kuss no irá, tiene que ir con su papá a la carpintería y si Kuss no va... pues... Gal tampoco lo hará –me colgué su mochila también–, anda que se hará tarde y nos regañaran a ambos.
–Bueno –contestó con una sonrisa–, pero dame mi mochila. Bastante pena es ir sola contigo.
Bufé. Deva siempre tuvo un carácter horrible; una persona que se enojaba fácilmente, que no se quedaba callada nunca y que siempre tenía algo que decir. Le encantaba menospreciar a las personas, muchas veces de manera muy descarada. Si podía intentar ofenderte lo haría, no se detendría a pensar en las consecuencias de abrir la boca y no pensar en lo que podría pasar.
Lo cierto es, que nosotros la dejábamos ser así. Ninguno podía oponerse del todo a lo que decía, pues su hermoso pelo rojo como el fuego siempre tenía la última palabra, y lo peor era que ella sabía muy bien el control que podía ejercer sobre las personas.
–¿Hasta dónde llegaremos esta vez, Nab?
–No me digas Nab, y aún no decido bien. Podemos rodear el lago y llegar al Gran Anciano, de ahí... no sé. ¿El rio?
–Te digo como quiero, enano. Y me agrada el río –se cruzó de brazos y me miró por sobre el hombro.
–Dios, Deva, soy más alto que tú. Hace años que ya no puedes decirme así.
>>Además, necesito que prepares las cantimploras.
Dejamos nuestras cosas en casa de Deva y por igual me cambié ahí.
Nos tomábamos nuestras exploraciones muy en serio, mi equipo siempre era de cuatro personas, pero esta vez solo conté con Deva para salir de aventura. No me agradaba la idea de que fuéramos solo nosotros dos, pues siempre se pone arrogante a lo largo de la travesía, aunque acostumbraba a controlarse mas cuando estábamos a solas, pero ya habíamos quedado que llegaríamos más allá del Gran Anciano, así que teníamos que ir.
–Ya no tarda en salir Deva, Nabor –dijo la mamá de Deva–, pasa a tomar agua que esta vez van lejos, ¿no?
–Si señora, quizá regresemos empezada la noche, pero no pasara nada malo, cuidaré bien de Deva.
–Yo sé que lo harás, tranquilo.
La curiosidad siempre me invadía cuando veía a la mamá de Deva, ¿por qué? Simple, eran idénticas, su madre era casi igual a Deva, el pelo rojo y rizado, los ojos verdes como un estanque superficial, sus labios rosados y carnosos... pero con caracteres diferentes. Su madre siempre resultó ser una persona amigable y respetuosa, de naturaleza amable...
–Te dije que te quedaras afuera, Nab –masculló Deva mientras bajaba las escaleras.
–Yo lo dejé entrar, ¿algo que decir, amor? –Contestó su mamá con sorprendente autoridad–. Para la otra le dices que pase, o te quedas afuera tú, ¿entendido?
–Sí, ma –pude sentir su mirada de coraje en los pelos de la nuca.
No pasaban de las dos de la tarde; nuestras sombras jugaban con el polvo que dejábamos al caminar. El sol azotaba con fuerza sobre todo aquello que osara salir a la intemperie, y nosotros éramos parte de ese todo aquello.
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De mi lado de la mira.
Historical FictionDespués de todos los años que sufrimos; muertes, engaños, traiciones y la perdida de nuestros sueños nos vimos obligados a tomar por la fuerza, la libertad de nuestro país.