2. Frikis con agallas

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Un nuevo día comienza.

—Kikiriki, kikiriki,kikiriki —el despertador sonó estruendosamente despertándome cual oso hibernando.
—Argggg, ¡callate móvil! —dijo Eli efusivamente a su móvil.

Después de apagar la alarma bajé rápidamente a desayunar a la cafetería de la residencia donde me esperaban Nina y Athenea.

—¡Hao! —saludó Athenea sonriente.
—¡Buenas! —saludó Nina efusivamente.
—Hola —dije con los ojos endormecidos.
—Yo estoy súper nerviosa, ¿y vosotras? —dijo Athenea mientras se comía las uñas.
—¿Y cómo creéis que serán las clases? —preguntó Nina preocupada.
—¡Ay, ay, ay que me voy al hoyo! —contesté con la mano en la cabeza preocupada.
—Bueno nos tenemos que ir preparando ya, que no tenemos que llegar tarde —dijo Nina.

Una vez estábamos preparadas, cogimos el autobús y yo me dirigí a la Facultad de Psicología. Entré en clase, y no vi ninguna cara conocida, me senté en la tercera fila —no quería estar en la primera fila porque me miraba mucho el profesor y tampoco quería en la última porque no me enteraría de nada—.

Primera asignatura: Fundamentos de investigación, puff suena a rollazo, seguro que me quedaré dormida, normal, es la primera hora...

Entra el profesor...

Vale, cambio de opinión... ¡Me encanta Fundamentos de investigación! El profesor está, está... ¡cañón!

—Hola chicos, soy el profesor Carlos, pero no me llaméis de usted, podéis llamarme a secas Carlos. Estoy aquí para conocernos más, es el primer día y no quiero ser un profesor estricto, yo seré vuestro amigo durante el curso, pero si tenéis una notable actitud —explicó el profesor Carlos sonriente y amable.

Estuve súper atenta, aunque más bien me perdí en sus ojos azules.

Una vez que acabaron la primera parte de las clases, bajé al descanso y vi que unos chicos con aspecto intimidante que estaban agrediendo a un chico y me enfurecí mucho porque odio el bullying, odio a la gente que pega por gusto.

Fui hacia ellos enfurecida y les dije lo siguiente.

—¡Hey, cabrones dejadle en paz, meteos con alguien de vuestro tamaño y de igualdad numérica!

Los chicos no me hicieron caso alguno, así que salté sobre uno de ellos y me agarré a su cuello intentando que parara. El chico se dio la vuelta enfurecido y con la cara roja como un tomate.

—¿Qué haces niña de mierda? —me dijo él con aspecto desafiante.

Me sobresalté y le pegué una bofetada en la cara. El chico enfurecido por el ardiente dolor que tenía en la cara, me cogió de la camiseta y me levantó como si yo pesara lo mismo que una pluma. En ese momento apareció por mi izquierda un chico que no había visto en mi vida.

—Es de mala educación tocar a una chica de ese modo —intervino aquel chico.
—¿Y tú quién te crees que eres para hablarme de ese modo? —preguntó el chico groseramente.
—¿Yo?, ¿qué quien soy dices?, pues... ¡CORRER!

Los dos chicos y yo nos fuimos corriendo hasta que les despistamos en una rotonda. Cuando paramos de correr jadeamos los tres a la vez muertos del cansancio. El chico agredido empezó a hablar, sonrojado porque una chica le había salvado:

—Por cierto, muchas gracias por salvarme de esos cabrones. Me llamo Oliver Queen.
—Mmmmm... Me suena de algo... Ahh eres Arrow —dije.

Oliver me tapó la boca sobresaltado.

—Shhh no desveles mi identidad secreta.
—Jajajaja —los tres soltaron una carcajada muy alta.
—Eh que yo también te he salvado —dijo el chico rubio dirigiéndose a Oliver—. Yo soy Sergio Arcos, encantado.
—Encantado, pero la señorita me agrada más —dijo Oliver con una pícara sonrisa.
—Oye chicos, he quedado con una amigas para ir al cine esta tarde, si queréis os podéis venir.

Unas hora más tarde... concretamente a las 19:00 quedamos en la puerta del cine.

—Chicas, ¿sabéis lo que me ha pasado esta mañana? —pregunté con cara pervertida.
—¿El qué? —dijeron las cuatro chicas a la vez.
—He salvado a un chico de las garras de unos matones, soy una X-MEN, pero en realidad otro chico me salvó a mí.
—¿Qué chico? —preguntó Clara con cara pervertida.
—¡Y eso qué más da! ¡SOY UNA X-MEN! —dije con cara heroica.
—Elisabeth... —dijo Amelia.
—Vale, vale... el chico al que le estaban pegando se llama Oliver Queen, es castaño con los ojos verdes, friki como yo, o por lo menos eso es lo que parece y muy mono.
—¿Y el otro? —preguntó Clara con curiosidad.
—El otro chico se llama Sergio, es rubio con ojos marrones y muy buena persona.

En ese momento aparecieron a lo lejos los dos chicos atractivos.

—Eli... ¿por qué hay tanta chica? —preguntó Oliver muy sonrojado y nervioso.
—Estas son Nina, Athenea, Amelia y Clara. Chicas estos son Oliver y Sergio.
—Bueno vamos yendo que si no va a empezar la película —dijo Nina impaciente.
—Yo voy a esperar a unos amigos que he invitado —contestó Clara.
—Ah vale, nosotros vamos comprando las entradas —dijo Athenea.

Nosotros fuimos corriendo a comprar las entradas.

Después de comprar las entradas, entramos en la sala número ocho. Al entrar Nina y yo gritamos:

—¡X-GIRLS!

La gente que ya estaba en la sala nos acompañaron con gritos y vitoreos.

Nos sentamos en nuestros respectivos asientos.

—Mira, ahí están los amigos de Clara —dijo Athenea señalando a un grupo de chicos.

Sergio se sobresalta y le toca el hombro a Oliver.

—Oli, Oli... Mira, mira... —dijo Sergio asustado.
—¿Qué quieres pesado? ¿No ves que va a empezar la película?
—¡Pero quieres mirar imbécil! —gritó Sergio.

Oliver miró hacia donde indicaba Sergio y vio a sus agresores...

Somos una piñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora