Prologo.

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Nombre: Fausto Alexander Borsh Hells.

Edad: 22 años.

Sexo: Masculino.

Fecha de nacimiento: 12 de Agosto de 1994.

Nacionalidad: Rusia.

Profesión: Arqueología.

-Todo parece en orden con su pasaporte Sr. Borsh, pero puedo preguntarle ¿Por que ha venido a este país?- Pregunto el guardia de seguridad en el aeropuerto devolviéndole a Fausto su pasaporte conjunto con su identificación.

-Estoy en medio de una investigación acerca de unas ruinas encontradas cerca de las pirámides de Giza- Respondió Fausto de manera cordial y educada a la vez que guardaba los papeles en su morral.

-Espero que consiga lo que busca. Por cierto, ¡Bienvenido a Egipto!- Se despidió el entusiasta guardia.

Y con esto Fausto atravesó el umbral de la puerta hacia la salida del aeropuerto, no sin antes ver un conjunto de personas encaminándose en una ordenada columna hacia el siguiente vuelo. Si Fausto hubiera sabido lo que le reservaba el futuro no hubiera dudado en comprar un boleto a Rusia e ir de nuevo a su hogar, pero había estado casi 2 años esperando este viaje, para el, no había marcha atrás.

Luego de esto se dirigió a la plaza en la que su amigo Xavier lo estaría esperando para darle la bienvenida.

Cuando iba a mitad de camino vio una ambulancia que pasaba con su frenética sirena sonando mientras casi lo arrolla.

-¡Maldita sea!- Exclamo Fausto cayendo sentado en la acera.

-¿Quien se murió?- Decía irritado y un poco adolorido por la caída.

-¡Ah! Ya casi son las 5- dijo mientras veía su reloj de muñeca, un Rolex de plata el cual su madre le había regalado el día que se graduó de la universidad.

Siendo este el mejor de su clase y así después de 1 año y medio llamó la atención de el celebre arqueólogo Haston Wells, al cual se le conocía mas que por sus grandes aportes a la arqueologia, por su mal carácter y por su exclusividad al momento de elegir nuevos aspirantes que se unieran a su equipo de exploración. Solo los mejores tenían el privilegio o infortunio de trabajar con tan ilustre (pesado) arqueólogo.

Y entre esos estaba él, se sintió feliz y emocionado con tan solo recordar en donde estaba.

¡Egipto!- Exclamo sobresaltado por la emoción- Preparate porque dentro de dos días seré parte de uno de los mas grandes proyectos de la historia humana.

Entonces Fausto comenzó su carrera en contra del reloj para llegar a la plaza donde su amigo le esperaba.

Llego sudando y para ser sinceros, tarde, ya que se tuvo que detener varias veces para preguntar la dirección. Al llegar a la plaza se dirigió al centro de la misma, donde se hallaba la estatua de una mujer que sostenía una jarra con ambas manos y de la que caía un caudal de agua hacia una fuente. Y sentado a orillas de esta se encontraba su amigo Xavier con una mueca molesta impresa en su rostro, Fausto ya sabia la bronca que se le iba a formar.

-Hola Xavier ¿Cómo estas?- dijo Fausto de manera alegre para tratar de apaciguar la rabia notoria de su amigo.

-Mal, con hambre, son casi las 7 pm y el sol ya casi se a escondido- dijo Xavier, un hombre unos 2 o 3 años mayor que Fausto con el cabello de un naranja cobrizo y piel bronceada por el sol que hasta hace poco se mostraba perezoso y que ahora se hallaba oculto tras unas nubes que no tenían muy buena pinta que digamos.

-Genial y ahora se pone a llover, lo que me faltaba- dijo exasperado.

-Que tal si buscamos un restaurant mientras esperamos a que pase la lluvia, yo invito- dijo Fausto al sentir las primeras gotas de lluvia escurrirse por sus mejillas morenas y sentir su cabello oscuro encrespado empezar a empaparse.

-Siempre sabes como dar las mejores disculpas- dijo sonriente, aquella idea le agradaba bastante- Conozco un lugar cerca de aquí, sigueme- dijo al momento que echaba la carrera con Fausto detrás de él.

-Ok tu mandas- dijo Fausto sonriente ante el cambio de actitud de su amigo que ahora corría a escasos metros delante de el.

Después de 3 minutos y medio de correr llegaron a un pequeño restaurante con temática bastante artística. Cuadros colgados y paredes manchadas de vivos colores, como si los muros fueran solo otra extensión de un lienzo gigante, y ante ellos un Fausto perplejo y asombrado ante la belleza del lugar.

-Bonito ¿cierto?

-Asombroso- dijo Fausto sin despegar la mirada de los muros.

-¡Ejem!- se aclaro la garganta Xavier para despertar a su amigo- Yo sigo con hambre, sentemonos ya.

-Esta bien- dijo Fausto dirigiéndose a una mesa vacía conjunto Xavier que le seguía de cerca.

En eso una joven camarera se acerco a los dos caballeros. Se dirigió al de piel bronceada y pelo anaranjado diciendo.

-Hola Sr. Williams es un gusto tenerlo aquí de nuevo y con compañía- dijo la muchacha ruborizándose un poco al mirar a Xavier.

-Hola Majala, ya te he dicho que prefiero que me llames por mi nombre- dijo Xavier cruzando su mirada con la de Majala.

-Si... ¿Y usted es?

-Soy Fausto Borsh, arqueólogo- dijo Fausto sonriendo y poniendo su mano en la sien a modo de saludo militar, acto al cual los dos que se encontraban frente de él rieron.

-Y ¿ Qué desean ordenar señores?- dijo sonriendo.

- 2 platos de arroz con curri picante y un par de cervezas- dijo Xavier con cierta cordialidad.

-Entendido, vuelvo dentro de un rato- dijo la chica de ojos verdes antes de irse.

-Y bien ¿ Cuándo comienzas ?

-Mañana.

-Creo que encajaras bien en nuestro grupo, solo tienes que aguantar los regaños de Wells y estarás bien- dijo Xavier, él también trabajaba en el grupo y fue quien recomendó a Fausto ante Wells.

-Eso espero- dijo Fausto emocionado.

-Mañana llegaremos a las ruinas.

-¿Ya fueron acondicionadas?-pregunto Fausto- Recuerda que al estar tanto tiempo sin ser usadas, el aire en la gruta estará lleno de partículas dañinas- dijo teniendo una expresión seria y tono científico, sabia que podía ser peligroso.

-No te preocupes, ya eso fue arreglado, además ese ogro de Wells no nos mandaría ay para ahogarnos, todavía nos necesita- esto último Xavier lo dijo con un tono burlón tratando de mejorar el ambiente de la conversación.

En eso llego Majala con un carrito resplandeciente en el que se encontraban los humeantes platos de arroz de Fausto y Xavier.

-Aquí tienen caballeros, que lo disfruten- y con eso se despidió la gentil camarera.

-Bon apettit- dijeron ambos al unisono.

Después de la comida esperaron alrededor de media hora a que la lluvia cesara, acto seguido se dirigieron al apartamento de Xavier donde acomodaron las pertenencias de Fausto. Luego se fueron a dormir ya que mañana seria un día que sin duda seria crucial en la vida de ambos, en especial de Fausto ya que pronto se le conocería como uno de los subyugadores mas grandes de la historia.

-Mañana sera fantástico- dijo Fausto desde el mullido sofá que le hacia de cama.

Poco después se quedo dormido sin imaginar lo que al día siguiente ocurriría.

Vitlora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora