Capitulo 1: Un Viaje Singular.

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Fausto se despertó gracias al impacto de su cara contra el frío piso de cerámica del apartamento de Xavier.

Miró a su alrededor y todavía le parecía muy oscuro, probablemente por el hecho de que se acababa de despertar. Entonces percibió un agradable aroma proveniente de la cocina. Se dirigió a esta sigilosamente donde encontró a Xavier cocinando el desayuno.

-Que bien huele.

-¡Aaaah!

*Crash*... Un vaso menos.

-¡Demonios Fausto!, avisa antes de hablar detrás de las personas, ahora tengo que limpiar este desastre.

-No te preocupes hombre, yo limpio, tú cocinas.

Fausto empezó a barrer los trozos de cristal que se hallaban a sus pies todavía descalzos. 

-¡Auch!

-¿Ves?, eso te pasa por andar sin zapatos con vidrios rotos en el suelo.

-Si, si, si. Dime donde esta el botiquín.

-En el baño, y apurate que tenemos que estar en media hora con Wells, no querras verlo molesto, creeme.

-¡Ajaaa!- dijo Fausto limpiándose la herida que tenia en su pié derecho- No creerás que el gran Fausto Borsh llegaría tarde a su primer día de trabajo.

- Si claro, tú como siempre muy puntual, toma- dijo Xavier mientras le acercaba a Fausto un plato con tostadas y huevos revueltos.

- Gracias.

-Por cierto, ¿Cómo esta Lisa?

- Bueno cuando me fui, ya se encontraba mejor- en Fausto se notaba una sonrisa algo triste al recordar a su madre.

El silencio reinó durante el resto de la comida, la cual ambos terminaron velozmente para luego ducharse e irse a vestir. En 20 minutos ya estaban listos, y ya fuera del edificio, Xavier llamó a un taxi que conocía desde hace algunos años y que con frecuencia lo llevaba al trabajo.

-Hola Addul- dijo Xavier al conductor arabe.

-Hola Sr. Willians, ¿A dónde nos dirigimos hoy?.

-Al establo de camellos, a las orillas del desierto.

-Muy bien llegaremos en 5 minutos.

Fausto observó nuevamente su reloj, sonrió al ver que todavía faltaban alrededor de 8 minutos. Dándole así tiempo de sobra.

-El gran Fausto nunca llega tarde.

-Eso lo demostraste muy bien ayer- replicó Xavier.

El coche iba a buena velocidad y tanto Fausto como Xavier predijeron que llegarían en  menos de los 5 minutos. Fausto observaba las inmensas planicies de desierto que se desvanecían con velocidad a medida que avanzaban, vio hermosos edificios, personas que alegremente caminaban por las limpias calles.

-¿Cómo las mantendrán tan limpias con el desierto tan cerca?- pensó.

Pero entonces algo interrumpió sus pensamientos. El taxi se detuvo cuando faltaba poco para llegar.

-¡Que pasa!- dijo.

-Gasolina- dijo el taxista en tono débil, a manera de disculpa- lo siento Sr. Willians.

- Que se le va a hacer- dijo Xavier encogiéndose de hombros- Fausto, nos toca correr ¿Listo?.

-Mas que listo- dijo este impaciente, correr era uno de sus fuertes ya que fue campeón en la secundaria.

Los amigos se despidieron del taxista e intentaron pagarle por haberlos traído, sin embargo, este no acepto de ninguna forma, pero Xavier lo convenció de irlos a buscar al final del día, podía ser muy persuasivo.

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