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Rotraut Perner es una psicoterapeuta que ha trabajado, entre otros, con varios casos de incesto desde 1975. «En la mayoría de los casos, mis pacientes son muy tímidos con los desconocidos», explicó.
«Muestran síntomas claros de ansiedad social y prefieren quedarse en casa. Por supuesto, esto se debe a su infancia: a la mayoría no les permitían ver a otras personas cuando eran niños porque sus padres eran muy celosos o sobreprotectores y limitaban los movimientos de sus hijos».

Tom y Lena crecieron en un pueblecito de Austria. Vivían en una casa enorme que parecía salida de un cuento de hadas, con su perrito en el jardín delantero. Su madre era ama de casa y su padre era funcionario público. Eran niños muy educados, iban a la escuela y hacían lo posible por evitar escándalos. En su familia no había peleas y las sonrisas eran obligatorias. Si no, ¿qué iban a pensar los vecinos? En un determinado momento, Tom se dio cuenta de que no todo era perfecto. Y Lena, también. «Empecé a sentir algo por ella cuando los dos entramos en la pubertad», dijo Tom. «Se estaba desarrollando. A veces la miraba mientras se vestía en su cuarto y después me sentía avergonzado de mí mismo».

Me Enamoré De Mi HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora