Capítulo 5 : ¿Una Alucinación?

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El misterio formaba parte del ambiente, haciendo que todo lo que se encontraba a su alrededor pase a un segundo plano. Todo menos la caja (por supuesto). Si bien una parte de Charles se estaba muriendo por arrojarse violentamente hacía la enigmática caja y ver su interior, la otra parte se negaba a mover un solo músculo, ya que creía que la caja no era más que una alucinación, y conocía muchos relatos de marineros en todo el mundo que habían muerto presos de sus alucinaciones. Para reforzar esta teoría, solo hacía falta ver la situación desesperante por la cual Charles estaba pasando.

Con todos estos factores en cuenta, decidió ser lo suficientemente inteligente y alejarse de la orilla hasta que la caja simplemente desapareciera. A los pocos pasos, se detuvo en seco. ¿Y si la caja era real? ¿Cómo podría estar tan seguro de que la caja no estaba allí? ¿Acaso él no hubiera asegurado, cuando estaba a bordo de "La Pócima", que nunca sufriría un naufragio en toda su vida? .La curiosidad se había apoderado de él, y estaba entrando en un nivel de incertidumbre en donde su realidad era una total confusión. Quizás ya se había vuelto completamente loco, e intentar escapar de la demencia no tenía caso. Quizás esa caja era tan falsa como todo lo demás en aquella isla. Quizás, todo sea un sueño y ya era hora de despertar. Quizás...

Luego de planteárselo muchas veces, optó por abrir la caja, ya que es lo único que puede salvarlo viendo la situación en la que se encontraba. Reuniendo fuerzas, Charles caminó unos pocos metros hasta llegar al lado del objeto, y lentamente se agachó a examinarla. A los pocos segundos de examinarla, reconoció la madera de Ballester, con la superficie desgastada por el constante golpeteo de las aguas. EL único lugar en donde crecía ese tipo de madera era en el Sudoeste Asiático, y teniendo en cuenta las aguas navegadas antes del naufragio, y las millas desviadas de su destino original, no había duda: Estaba en islas asiáticas.

Al recoger la caja, sintió un fuerte ardor en sus manos. Las heridas habían rozado la áspera madera. Sin embargo, luego de todo por lo que había pasado, ese ligero pinchazo no significaba nada. Reconoció la pintura marca Redapple con la que se había escrito la frase, estaba seca. "Es hora de decidir mi final" se dijo a sí mismo, y sin pensarlo dos veces, abrió la maldita caja.


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⏰ Última actualización: Jun 24, 2016 ⏰

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