Después de tres días viajando, el último habitante de Portunis llegó a su destino, pero había un problema, ya que la bestia también había destruido los alimentos, una viajera lo había estado acompañando, la Muerte. El delgado y agotado chico logró llamar a una puerta antes de sumirse entre oscuridad y tinieblas.
Cuando el joven despertó tenía una bandeja de plata con pan y leche, no toco nada y espero. Estaba en una pieza que tenía un velador y una cama personal. Entonces, apareció un viejo con una sonrisa en el rostro y le dijo:
-Ya despertaste, ¿Puedes levantarte? Te deje desayuno en el velador
-Sí, gracias, ¿Dónde estoy? ¿Quién eres?
-Mi nombre es Gaius, soy médico, yo te traje aquí, te desmayaste frente a mi puerta.
-Estoy viajando desde Portunis, mi pueblo fue aniquilado por el Dragón del Norte.
-Lo lamento, sabes dónde está tu madre o tu padre
-Ellos... Ellos murieron, así que me comprometi en vengarlos derramando la sangre de ese engendro
-Eso parece algo arriesgado, chico, estás seguro de que quieres hacerlo?
-Completamente
Entonces Gaius se levantó y sacó un mapa de una estantería, lo puso sobre una mesa y
agarró una pluma con la que empezó a marcar el mapa, me llamo.