Él seguía creyendo que podía cambiarla, que podía hacerle ver lo que era el amor. Pero ella ya hacía mucho que había probado la acidez de este. Su único y primer amor la destrozó sin llegar a ser mutuo. Sus ilusiones se desplomaron ante sus ojos. Sin embargo, no era el rechazo lo que la había dañado, sino el alejamiento del ser amado. Ella pensó que si amar implicaba dolor, esto no merecía la pena. Por supuesto conoció otras formas de amar y ser correspondida, pero nunca el amor de Venus.
Hubo otros que dijeron amarla, pero nunca fue capaz de asimilar los sentimientos ajenos. No podía aceptar algo en lo que no creía. Su autoestima no era algo de lo que presumir y esa primera experiencia suya sólo pudo hundirla más y más. Ellos podían depositar en sus manos el brillo de una estrella, pero ella sólo contemplaba su mano vacía, no veía; no quería ver.
Conocía perfectamente el sentimiento del rechazo y se sentía horrible al despreciar el afecto de otros, pero ella no quería ser amada. No quería que los sentimientos de nadie dependieran de su persona. No se veía con la fuerza suficiente para cargar con la felicidad de otro. A duras penas arrastraba el ligero peso de la suya, ¿cómo iban sus débiles piernas, cómo iba su corazón, a soportar tal carga? Sabía que su espalda acabaría cediendo y que, además de acabar lastimada al caer junto con esa carga, lastimaría también a la persona que la depositó sobre sus hombros.
Ella nunca supo filtrar el amor. Ella dejó de creer en eso hace mucho.
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Ella
RandomDiferentes reflexiones que yacen en una chica que puede ver más allá de todo lo visible pero que es incapaz de sentirse de la misma forma que el resto del mundo ante cosas de lo más comunes y propias del ser humano. La protagonista de estas introver...