James corrió y corrió, buscando a alguien para que le pudiera a ayudar a saber que le pasó a sus amigos, pero, ¿qué esperaba encontrar? ¿A algún viejo que le dijera que jamás debió jugar a la ouija o invocar a aquel hombre?
Encontró una cabaña en el bosque, que daba una mala sensación.
Pero, no tenía nada más que perder así que entró.
Al entrar estaba obscuro, sólo unas cuántas velas, buscó por toda la casa y no encontró a nadie, así que bajó al sótano, al entrar vio a alguien, con un libro en mano y diciendo cosas en latín.
-¿Pero qué mierda? Dijo James.
Aquella persona se dio la vuelta y le dijo:
-Te estaba esperando, pequeño.
James se asustó.
-¿Quién eres tú? Dijo con la voz entrecortada.
-Tu peor pesadilla, bienvenido.
Respondió aquella persona.
Lo agarró de los brazos y empezó a decir un conjuro algo extraño, que James no podía entender.
De repente todo se tornó obscuro, pero fue como por 10 segundos, sintió que estaba cayendo, al voltear, en las paredes había escritos que decían "666" con algún tipo de tinta roja.
Se asustó más, aquella persona ya no estaba, sólo era el y esos escritos.
Al fondo vio lo que podía ser una puerta, no podía quedarse más ahí. Así que se arriesgó.
Al salir, todo era súper extraño.
Era un silencio, que mataba.
-¿Ha...hay alguien ahí? Preguntaba James.
-Sólo estamos nosotros, querido. Decía una mujer, con una vestimenta... No fea, pero si algo deteriorada.
-¿Qué mierda hago aquí? Dijo James.
-Sólo te puedo decir que aquí probarás tu mente. Decía aquella mujer mientras desaparecía entre la niebla.
Se oía una voz que murmuraba.
-Corre
-Corre
-Corre
...
James corrió, ni notó cuando estaba rodeado de quien sabe qué.
Era, aquel hombre que dejó a sus amigos como vegetales.
Era esa mujer.
Era... No podía describirlo, tenía alas y cuernos, además de una cola y una cara espantosa.
Había alguien más. Era un hombre con un cuchillo y una sudadera, con una sonrisa aterradora, que decía una y otra vez.
-¿Preparado?
-Nn...no lo sé... Dijo James.
Seguían parados, pero James sentía que estaban en su mente, manipulándolo para hacer cosas.
Sin darse cuenta estaba en su cuarto. Con una soga en el cuello y sobre una silla.
A lo que el dijo...
-¿Pero qué mierda hago?
Sintió alguien dentro de su cabeza, y además atrás de él, estaba aquel hombre con esa sonrisa. Sólo pudo decir.
-Nunca debiste leer esto.
No sabía a que se refería, pero, lo recordó. James había leído esto que estás leyendo ahora mismo.
Y se repetía una y otra vez.
Se ahorcó.
Yo no dormiría tan bien desde ahora.