Él intenta salvarse.
Ella intenta ayudarlo.
Él quiere recordar.
Ella quiere retener los recuerdos.
Él se está derrumbado.
Ella se está cansando.
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Esta histori...
Pierce miró con furia a el soldado con el que compartía celda.
-No sé de que me habla...Soy Rebeca, Rebeca McGreen.
-No,no,¡No! ¡A mí no me engañas niña!.
Pierce tomó unos papeles que un guardia tenía en las manos.Los leyó en voz alta:
-Nombre: Karen Miller. Edad: 27 años Fecha de nacimiento: 27/02/89 Nacionalidad: New York, Estados Unidos. Peso: 63 kg Estatura: 1,78 cm Escolaridad: Universidad Estado Civil: Soltera
No sabía que decir. Todo era muy raro para mí.
-¿Qué es lo que hago aquí?
-¿Ahora?...nada.¡Enciendan la máquina! -ordenó Pierce.
En un intento de encontrar una salida, mis ojos se encontraron con los de aquel soldado. Al parecer también tenía miedo.
-¿Qué hace esta máquina? ¡Saquenme de aquí por favor! -sabía que era inútil gritar, pero la desesperación me ganó,
De la máquina salió una especie de casco. Era mi fin.se dirigía a mi cabeza y yo cerré los ojos.
Bucky
La máquina comenzó a encender. Lista para tragarse los recuerdos de esa chica.
La vi tan desesperada, peleando por zafarse de las ataduras que no pude evitar ayudarle.
Corrí hasta la silla y,con mi mano de metal hecha un puño, rompí el casco que borraba las memorias. O por lo menos lo detuve unos segundos.
Varios guardias llegaron. Solo pude notar el semblante de alivio de la chica y el rostro lleno de odio y rabia de Pierce.
Es lo único que recuerdo, seguido de que caí al suelo inconsciente.
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Estaba en una habitación. Mi cuerpo dolía horrores.
Rumlow tiró de mi cabello. Podía sentir mi rostro golpeado y sangrando. Obviamente me habían golpeado hasta que se cansaron.
-Bien hecho soldado,engañar al jefe te llevó a esto.-Habló Rumlow.
-Tranquilo soldado,ya te hemos dado tu merecido- habló Pierce,quien estaba adelante de mí.
-¿Dónde...está...ella?-pregunté con un hilo de voz.
-¿Karen? Oh,ella está en la celda,la preparan para que nos diga lo que necesito.
Suspiré,de dolían los pulmones cada vez que repiraba.
-¿y...después? -recibí un golpe por parte de Rumlow.
-No lo sé, quizá me deshaga de ella.-tomó un respiro- Rumlow, llevalo a su celda.
No me podía levantar, mis piernas no me respondían ,no se que pasaba. Todo me daba vueltas, parecía que me habían drogado. Pero seguramente lo hicieron.
¥¥¥
Narrador independiente
Bucky entró a la celda,hicieron falta 4 hombres para llevarlo hasta ésta.
Karen estaba en la esquina de la celda y vio como enpujaban dentro a Bucky.
-Feliz día soldado.-los cuatro hombres se marcharon.
-¡Oye! -gritó la chica mientras corría hasta él. -¿Qué sucedió? ¡Estás muy mal! - ella miró por todos lados buscando algo que pudiera ayudar a aquel hombre.
-No te preocupes...-Bucky comenzó a toser sangre. -E sufrido golpes peores. -sonrió amargamente.
-Estas muy herido,¿esos monstruos te hicieron esto, verdad? -el asintió
Bucky miró la cara de preocupación de aquella chica. -¿Por qué me ayudas?
-¿De qué hablas?
-¿Por qué...-tosió de nuevo y la chica soltó un grito al ver la sangre.
-Ya no hables, podrías lastimare.-Bucky sonrió. Sentía una extraña sensación al ver que a alguien le preocupaba,nunca la había preocupado a alguien, no que el recordara.
-No te preocupes, estaré bien.-se levantó del suelo y llegó a la cama a rastras.
Karen miró por todos lados- ¿No hay una salida?
-No,tienen cada puerta vigilada por 3 hombres, tienen monitoriado 500 metros a la redonda, aquí dentro hay super soldados incluso más fuertes que yo.Es prácticamente imposible salir.
Se quedaron en silencio unos minutos hasta que Rumlow entró a la celda.
-Duchate soldado, dentro de una hora irás a new York, son órdenes del jefe.
-Dile a Alexander Pierce que no voy a ir.
-Ya me lo esperaba- de su cinturón sacó una pistola con tranquilizantes. Y le disparó a Bucky.-Entren -les indicó a otros guardias,los cuales entraron. -llevenlo a la silla.
Todos salieron menos Karen que se quedó mirando como se llevaban a su compañero.
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Bucky despertó atado a la silla que más odiaba.
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-¿Asi que no irás a New York? Ya lo veremos- habló Pierce. -Qué venga el traductor.
Un pequeño hombre se acercó con el pequeño libro de portada roja.
-Que empiece la tortura- ordenó Pierce.
El hombre empezó a leer esas palabras que causaban tanto dolor en Bucky.
-Basta...-pidió Él.
El hombre continuó diciendolas.
-No...por favor- Bucky quería zafarse pero no podía, no tenía fuerza- ¡Basta!¡No!
Él pequeño hombre dijo la última palabra y toda la habitación quedó en silencio.
