✍ Capítulo Único ✍

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Piedras y rocas se esparcían por todo el lugar, mientras apuntabas con la linterna a tu alrededor, intentando visualizar algo. Habías decidido ir a las conocidas ''Ruinas Ebott'', donde toda clase de misterios aún quedaban por descubrir.

Se dice que antes de que se convirtiese en un lugar abatido y destrozado, este era el lugar de residencia de los monstruos, el cual fue destruido por la ambición y el odio de los humanos, matando todo ser viviente y apoderándose de la mayoría de objetos.

A pesar de la oscuridad y el miedo infringía este lugar, no podías evitar ir siempre después de tus estudios. Era como un lugar de inspiración, de misterio y, lo que más adorabas, las leyendas y los rumores.

En tus antiguas exploraciones siempre habías encontrado distintos objetos curiosos: algunos relucientes lanzas, una bufanda roja, trozos azules de prendas, flores amarillas... Sin embargo sentías como si no todo eso fuese lo que aguardaban los rincones.

Te sentaste en una de las piedras, dejando la linterna prendida a un lado, dando algo de luz a tu alrededor. Cogiste la mochila que antes colgaba de tus hombros y la colocaste con cuidado en tu regazo, abriéndola y sacando un cuaderno malgastado y un lápiz.


Día XX del mes XX del 211X

Hoy he vuelto a las ruinas, buscando algo más.

De vez en cuando se escuchan pitidos a lo lejos, como si fuese una señal alertando a alguien. Me gustaría ir, pero se encuentra al fondo, mucho más lejos de donde he llegado a caminar nunca.

Es tenebroso, aun así voy a investigar.


Recogiste tus cosas y te levantaste, no sin antes volver agarrar la linterna y seguiste caminando, adentrándote más y más en lo desconocido. El pitido que escuchaste una vez se hacía más y más potente, incluso llegando a ser molesto en diferentes ocasiones. Mientras caminabas de repente algo rompiéndose se escuchó a tus pies. Agachaste tu mirada, alumbrando el suelo para poder diferenciar distintos cristales de colores, ahora rotos. Te agachaste y los guardaste en tu mochila, cual tesoro.

Volviste a mirar en frente tuya, y te diste cuenta de una luz roja parpadeante. ¿Estaba eso ahí antes? Con un paso más apresurado te acercaste, hasta poder encontrarte con una especie de robot, el cual parecía desconectado y se encontraba debajo de algunas rocas.

Soltaste la linterna y empujaste las rocas, intentado que estas dejasen de aplastar al ser metálico que se mostraba. Una vez que lo conseguiste, lo miraste con detenimiento. Cabello negro, un cuerpo envuelto con una armadura rosa, ojos negros sin vida y un corazón dentro de un recipiente de cristal en su torso inferior. Como una niña curiosa, decidiste apretar uno de los botones que tenía e inmediatamente empezó a sonar distinto, haciendo que te apartases.

Los ojos de robot se iluminaron, dando paso a unos ojos negro intenso, mientras miraba a su alrededor anonadado. Te quedaste quieta por unos instantes mientras le observabas.

- ¿Hola? Tú... ¿Puedes entenderme? -Dijiste con una leve voz, con los pensamientos de que iba a atacarte en cualquier momento si decías algo inadecuado-.

- Sí. -Se volvió hacia mí. Su voz era robotizada como la de algunos cantantes, pero más profunda-. ¿Quién eres y dónde estoy?

- Mi nombre es (T/N)... Y estas son las Ruinas Ebott. Yo te encontré...

Se levantó dificultosamente, dio unos pasos, hasta quedar frente a ti y te miró. Evidentemente era mucho más alto que tú, lo que hacía que infundiese respeto con solo verle, además de su mirada, la cual estaba llena de odio, dolor y miedo.

- ¿Las Ruinas Ebott? No conseguí salvar nada, ¿no? Lo siento tanto Alphys... -Decía mientras observaba el infinito negro que nos rodeaba a ambos. Enseguida volvió su vista a mi-. Sin embargo, ahora podría vengarme...

Sentí como la piel se te ponía de gallina, dando un paso atrás.

- E-escucha, no soy la culpable de nada de aquí, yo solo...

- Tú solo, QUÉ. -Dijo mientras se volvía hacía ti de nuevo-. ¿Querías asegurarte de que todos habíamos muerto? Eso es, ¿verdad?

Te llenaste de rabia al escuchar eso, y te abalanzaste pegándole un golpe instintivamente.

- YO JAMÁS HARÍA ESTO, ¿COMPRENDES? Y MENOS A ALGUIEN TAN HERMOSO COMO TÚ.

Rápidamente te callaste, mientras tapabas tu boca con las manos, evitando mirarle. No te diste cuenta de que habías soltado todo lo que pensabas en ese momento. Te apasionaba ver a ''algo'' como él, aparte de ser magnifico como podía tener vida.

Le miraste de nuevo mientras te observaba algo atónito. Se te acercó con cuidado, esta vez sin tú retroceder y se agachó hasta quedar frente a frente contigo.

- ¿Crees que soy hermoso...?

- B-bueno... Eres tan hermoso como este lugar... O más. A pesar de que sean ahora ruinas...

El robot sonrió amablemente, mientras pasaba su mano por tu cabello aún con algo de inseguridad. No te negaste ni mucho menos, en parte te sentías emocionada y tranquila al ver como se había calmado y al observar como sonreía.

- Aún no has dicho cómo te llamas, es decir... ¿Tienes nombre?

- Por supuesto cariño. -Su voz se relajó bastante-. Mi nombre es Mettaton.

- ¿Mettaton? -Pensante detenidamente, mientras el nombre te sonaba. Te acordaste y sacaste un cuaderno diferente al tuyo, aun así igual o más viejo y roto que el tuyo-. En este libro aparece tu nombre, lo encontré mientras investigaba... Dijiste Alphys, ¿cierto? Es de ella... Ahora te pertenece.

Le ofreciste el cuaderno mientras se quedaba anonadada observándolo. Estiró su mano hasta agarrar la libreta y lo abrió. Pudiste notar como de sus ojos aparecían lágrimas, lo que hizo que te sorprendieras y al mismo tiempo sintieras lastima.

- ¿(T/N)? -Cerró el cuaderno y te miró mientras quitaba sus lágrimas de su rostro-. Gracias.

- No es nada... Igual, te pertenece, ¿no? Solo no encontré. -Dijiste simplemente-. Mettaton...

- Dime, querida. -Dijo, de vuelta a su tono original-.

- ¿Te gustaría venir conmigo? Es decir... Amo este lugar y todo lo que esconde... Puedo ayudarte con tus extremidades deformadas, y otras averías además de conocernos y...

Sentiste como su mano agarraba la tuya y entrelazabais los dedos.

- ¿Sabes? Puedo confiar de nuevo al ver que no me heriste... Claro, iré contigo.

Sonreíste, alcanzaste tu linterna y os dirigisteis a la inmensa luz blanca que se encontraba en vuestros ojos. La salida al mundo de los terribles y a la vez comprensibles humanos.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2017 ⏰

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