Hablaba con un conocido sobre la muerte de un escritor, el pregonaba ¨a muerto un grande¨ ¿el era grande? tan humilde y solitario, era solo otro hombre, enaltecido por la cretividad, y bueno, es por lo desconocido que les resulta a las personas, siempre alteran un poco las palabras y ignoran que es otro hombre.
Dandole forma a este pensamiento, si era asi entonces, ¡grande era mi perro!, mi perro, mi dichoso perro, que descanse en paz ese chucho que bien la merece, quien preñaba a las perras y domaba salvaje las colinas de la finca, solia preocuparme tanto por el, aunque el siempre volvia, ¡mas grande que ninguno!; ¡Mas grande que ninguno! ¡gritaba desafiando a Alejandro, a todo quien tuviera nombre en esta tierra! ¡grande era mi perro! ¡grande era mi perro!.
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