30.

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—Sonny —susurré —, de verdad te quise mucho, pero no puedo —negué con la cabeza —. Estoy casada y tengo un hijo... Y una niña en camino.

Estabas triste, estabas roto, se notaba en tu mirar.

—Bien... Supongo que esto debía pasar —bajaste la cabeza —. Hasta nunca, Ángel —besaste mi cabeza con dulzura y te fuiste.

—¡Espera! —te grité —. Sonny, yo... Jamás te olvidaré, ni a ti, ni a las flores secas —sonreí con nostalgia, pero él parecía sorprendido.

—Tú... ¿Sabías de ellas?

—Vi y escuché cada cosa, estuve presente en cuerpo y alma, pero no podía moverme. No estaba muerta, estaba en coma —rodé los ojos ante su ignorancia —. Me sorprende tu estupidez, Ángel negro.

Sonreíste de manera tierna y te fuiste. Y eso fue lo último que supe de ti.

Flores Secas. [Skrillex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora