La ciudad se ha quedado en silencio.
La noche ya no es rota por los sonidos del crimen, o el tronar del disparo de un arma,
no hay más gritos en la oscuridad, y de cierta forma es la ciudad con la que siempre he soñado,
pero este no es un sueño, esto es una perversión, una pesadilla, es el silencio del miedo, un silencio
que solo puede ser roto por el sonido de pies marchando, el ritmo de los dictadores...