Texto 8

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Y le miré a los ojos, brillaban como estrellas, esos ojos que invitaban a tragarse el mundo a través de su reflejo.
Los ojos que despertaban pasiones...
Y su sonrisa, dientes perfectos, nacarados como perlas...
Y sus labios, el descanso de los mios...
Y su cuello, mi refugio en mis días malos...
Y su pecho, que invitaba a esconder mi cara...
Y su abdomen, para que mis manos pasearan...
Y es que eramos un puzzle, de esos que o los montas bien o te rompen la cabeza.
Más bien acabé perdiendo la cabeza por el puzzle.
Él buscó otro en el que encajar.
Y ahí me he quedado yo, desnuda sin una pieza en la que encajar.

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