Llámame Peligro.

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Estaba cansada de correr, pero no podía parar. Si paraba, él me alcanzaría. No quería que lo hiciese, por que si me alcanzase, yo estaría en peligro, eso era lo único que tenía claro, él era peligroso. Aun así no le tengo miedo. No se ni por que tan si quiera corro. Quiero alejarme de él, pero él no quiere hacerlo de mí, apenas parece cansado mientras corres detrás de mí yo casi estoy por caerme. Mis piernas tiemblan debajo de mis ajustados vaqueros, a la misma vez que sigo corriendo.

En ese momento me fijo en donde estamos, y ahí es cuando de verdad empiezo a tener miedo. La oscuridad. Desde que era pequeña le he tenido miedo, y eso hace que me desoriente. Ni siquiera se a donde corro. Y en ese momento de debilidad, no me doy cuando de que he aminorado el paso. Para cuando me doy cuenta, unos brazos me rodean. Es él, el chico que corría detrás de mí.

Su tacto me produce un cosquilleo debajo de la piel. Mi bello corporal se eriza cuando susurra en mi oído un "shhh", a la vez que un escalofrío recorre mi espinal dorsal. Es bastante más alto que yo, es lo único que puedo saber de él. Pero no huyo, quiero saber como es, saber por que corría de él y que mierda estoy haciendo en medio de la nada con él.

- ¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí? Espera, ¿Dónde estoy?- entre pregunta y pregunta, suelto un suspiro tranquilamente. Y me giro, pero no puedo ver su cara, no logro verla. Me frustro por eso.

- Soy alguien del que no puedes escapar, por ahora, llámame peligro. Estás aquí por que tu subconsciente nos ha traído aquí, estás en tu sueño.- y ahí es cuando vuelvo a la realidad, cuando oído a papá llamarme y zalandearme para que me despierte.

Mis pestañas se separan a la vez que lo hacen mis párpados. Logro ver que estoy en el coche y recuerdo todo. Recuerdo el traslado de ciudad, la mudanza, nuestra nueva casa en LA y mi accidente.

Yo solía ser una chica rebelde, una chica mala. Cuando solo tenía once años, empecé a juntarme con mala gente. Fumaba, bebía y hasta había llegado a drogarme. Así pasé dos años. Mi padre ya no podía controlarme, me escapaba y él lo estaba pasando realmente mal.

El día que cumplí trece años mi novio de aquel momento me llevó a casa en moto. Eran las ocho de la mañana. Habíamos estado en una fiesta para celebrar mi cumpleaños. Yo estaba borracha y él también. Se nos cruzó un gato por la carretera, él dio un girón brusco y no vimos el coche que venía a nuestra derecha. Él, Mike, murió en el acto tras impartar su cabeza en la luna del coche. Yo me caí golpeándome la espalda y la nuca contra el lateral de coche fuertemente, dejándome insconciente por más de dos semanas. Un pequeño coma. Cuando desperté, no podía mover mis piernas, estaba muerta de cintura para abajo, era una paralítica.

Ahí estaba mi padre, en cuanto desperté le ví. Entendí todo apenas desperté y una cortina de lagrimas cruzó mi rostro. Mi padre me abrazó y me susurró un " todo está bien Caro, todo está bien" pero yo sabía que no lo estaba. Sabía que todo esto me había pasado por ser tan mala persona, por todo lo malo que había echo, era mi castigo. No poder moverme, ser una inútil.

Desde ese día ya han pasado dos años. Supongo que ese accidente me hizo madurar y aprender a valorar la gran persona que es mi padre y todo lo que de verdad me quiere. Él me ha criado solo, y supongo que eso antes era realmente difícil, aun así lo hacía todo lo mejor que podía. Mi madre murió en el parto. Yo venía con complicaciones. Le dieron a elegir, salvarse a ella o salvarme a mí. Me aligió a mí, dio su vida por mí. Aunque no la he conocido nunca, le quiero más que ha mi vida por lo que hizo por mí. Me dio la vida a costa de la suya. Mamá.

Mi padre está conmigo siempre que puede. A pesar de lo ocupado de su trabajo, subdirector de maketing, siempre encuentra un hueco para estar conmigo, hablar y llevarme a sitios.

Después del accidente, descubrí que tenía algunos hobbies como escribir pequeñas novelas privadas, apuntar todo lo que podía en mi diario, escuchar música y cantar. Mi gran parte del tiempo se resumía a eso y a viajar.

En el último mes he sufrido cambios, he sentido un hormigueo en las rodillas. Una paralisis temporal nos dijo el médico. Abría saltado de alegría si fuese por que no puedo. Papá pidió un traslado a LA para que los mejores médicos me atiendan. Realmente estoy muy agradecida con él y con todo lo que hace por mí.

He logrado mover un poco la pierna derecha gracías a unas barras paralelas, pero debía hacer demasiada fuerza con los brazos, por lo que al final de todo caí, volví a caer.

Papá me sacó del coche y me puso en la silla de ruedas. Me arrastra hacía el recibidor. Es una casa de una sola planta, gracias a dios, bastante amplia para que pueda moverme con mi silla de ruedas y con rampas en todos los lugares donde había pequeños escalones. Mi habitación era perfecta, grande, azul, donde podría llorar tranquila y sola. Otro de mis pasatiempos favoritos era leer, tenía grandes estanterías repletas de libros.

- Caro, nana vendrá pronto.- me dijo papá entrando a mi cuarto.

Nana era algo así como una niñera. Era bastante mayor, y me cuidaba desde que era pequeña cuando papá estaba de viaje o cuando simplemente no estaba en casa. Vivía con nosotros en casa, una niñera interna o algo así se llamaba. La quiero demasiado. Es algo así como una abuelita. Los padres de mamá no hablan conmigo ni con papá. A mi me culpan de la culpa de mamá, y tienen razón, y a papá de haberlo permitido, pero eso no es cierto, mamá decidió eso sola. Yo se que si papá hubiese sabido de elegir, abría elegido a mamá. Pero era normal, a mi no me conocía aun, no podía sentir lo que mamá, ella me había llevado nueve meses en su interior, ella me quería. Papá no me contó la verdad hasta después del accidente. Antes me decía que había muerto en un accidente de coche cuando yo tenía cinco meses.

Mamá se llamaba Ainhoa, es por eso que a mi me pusieron Ainhoa Carolina. Papá y todos me llama Caro por que yo se los pedí. No quiero que cada vez que digan mi nombre me acuerdé de mamá y comience a llorar. ¿Cómo puedo querer tanto a una persona que ni siquiera recuerdo por otra cosa que no sea fotos? ¿Cómo podía quererme tanto si lo único que sabía de mí era lo que veía por ecografías? Cosas inexplicables pero ciertas. Puedes amar a una persona sin conocerla, aunque esté a miles de kilómetros de mí, ahí arriba, protegiéndome.

Ahora, en LA tocaba integrarme. Iría a un instituto normal, con gente de mi edad, como hace dos años. Fue lo que pedí por mi cumpleaños hace un mes. Papá había contratado a un chico de el instituto al que iría para que me llevase y cuidase de mí. Era un chico de estos que tenían que hacer un servicio a la comunidad, y lo pagaría así.

Yo era un castigo. Desde que nací yo lo había sido, y lo sabía.

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Hola bonitas, yo soy Ainhoa. Esta novela es 100% mía y está registrada como tal. Por lo que no pueden copiarla o transformarla o sería delito. Bueno, espero que os guste mi novela fan ficc, que comenten y voten. Un besito gigantesco.

AInhoa.

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