' Es difícil levantarse cuando tus piernas no se mueven. '

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Nana llego hace rato, cuando papá se fue a arreglar todo el papeleo del traslado de casa y de trabajo. Ella me lleva a rehabilitación con el coche, con la petarda de mi doctora, que siempre que vamos intenta flirtear con papá. No es que yo no quiera que papá tenga novia, al contrario, creo que sería bueno que él volviese a enamorarse, pero de una buena mujer, no de una petarda semejante.

Duele. Me duelen las piernas. Eso segun mi doctora es muy bueno, pero yo lo voy un poco desagradable, ya que me hace llorar. No acostumbro a llorar nunca, ya que todos los golpes de la vida me han echo demasiado fuerte y madura para mi edad, pero no puedo con el dolor de mis piernas. Llevan dormidas dos años y ellas quieren despertar, quieren dar saltos, bailar y poder correr como antes.

Desde el accidente me he vuelto muy cerrada, me cuesta hablar con la gente, pienso que cuando habla conmigo se está riendo de mi imbalidez y eso me duele mucho aunque no lo represente, lloro por dentro. Antes me reía de la gente, ahora le gente se ríe de mí.

En dos días me incorporo en mi nuevo instituto. Papá ha organizado una especie de convivencia con el chico de servicios a la comunidad en las dos tardes que tenemos antes del instituto para que sea más fácil para mí. Mi padre lo único que me ha contado es que está en mi mismo curso y que tiene diecisiete. Me quedé muy confusa, ya que ha tenido que repetir curso como dos cursos para poder estar en el mismo que él mio.

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Nana me ha ayudado y a vestirme con unos vaqueros claros,unas vans negras y una camiseta "ombliguera" negra en la que pone "KISS ME!" y unos labios al lado rosas. Nana dice que soy guapa. Cuando estaba bien, siempre era muy coqueta, siempre iba con faldas y maquillada. Ahora con unos vaqueros estoy muy bien y nunca me maquillo. Hoy nana me ha obligado a dejar que me maquillase un poquito. Me ha puerto rimel y brillo labial. Simplemente me siento igual de inútil con brillo y rimel que sin ellos. Nanan está tan cabezona en que me vea bien para cuando llegue el chico que realmente a veo emocionada. Pero a mi me da igual.

El timbre acaba de sonar y Nana a salido corriendo hacía la puerta blanca, a veces no entiendo a mi niñera. Se siente la puerta de la entrada cerrarse y vuelve a aparecer Nana seguida de un chico, alto, muy alto, moreno y con los ojos miel. Parece molesto, yo también lo estaría si tuviese que estar cumpliendo servicios a la comunidad.

- Tengo que ir a recoger unas cosas, los dejo solos. Llámame si necesitas algo.- suelta Nana con un tono demasiado alegre para la tensión que hay en el ambiente.

La veo girarse y perderse por el final del largo pasillo, que al estar pintado en blanco, apenas se ve donde termina. Apoyo ambas manos en las ruedas y las giro hasta llegar al sofá, donde haciendo toda la fuerza que mi minusculo cuerpo me permite, me levanto y me siento en el sofá. Antes me costaba demasiado, pero ahora me levanto a mi misma con facilidad.

- ¿Qué has echo para tener que estar aquí?- logro preguntar, aunque inmediatamente me muerdo el labio en señar de que debería de haber callado. Miro para el lado contrario al que está el chico y giro de nuevo cuando siento hundirse el sofá. Giro la cabeza y le veo suspirar. Se me hace tan familiar...

-Robé una tienda. - dice como quien ha confesado que ha quitado un chicle a otro niño. Yo hace poco era igual, como si todo lo que hiciese estuviese bien.- ¿Y tú por qué estás ahí?- dice señalando con la barbilla la silla de ruedas. Se me hace un nudo en el estómago al responder.

-Tuve un accidente de moto hace dos años. Mi espalda y cuello impactaron contra un coche.- siento que la respiración me falla, que mi incomodidad crece.

-Eso tuvo que doler.- logra decir cuando ya han pasado alrededor de tres minutos.

-No dolió, caí en coma.- le corrijo, aunque mi voz sale estrangulada y tengo que coger el vaso de agua que hay en la mesita de al lado. Tenía la boca seca.

-La casa en grande.- mira hacía el techo y cabecea.

-Aun no la he visto toda. Llegamos hace menos de cuatro horas a LA. Y él tiempo que hemos estado aquí he estado en rehabilitación.- cada vez que pienso en rehabilitación me da alegría. Rehabilitar, recuperar la movilidad de mis piernas.

-¿Rehabilitación?- dice indiferentemente.

-Voy a volver a caminar.- sentencio esta conversación asintiendo y sonriendo como si fuese lo mejor del mundo.

Es algo incomodo hablar con alguien a quien no conozco nada de nada. Al pensar esto, recuerdo que no se ni como se llama. Es algo complicado referirse a una persona de la cual desconocer hasta su nombre. Y claro, mi curiosidad aflora hasta que por fin logro preguntarle la ansiada pregunta:

-¿Cómo te llamas?- digo por fin después de cinco incómodos minutos sin tener ni ganas ni tema de conversación. Mi ganganta está seca, por lo que estiro mi delgado brazo y atraigo el vaso de agua, llevando el borde del vaso hasta mis labios y refrescando mi garganta. Cuando suelto el vaso el por fin contesta.

- Llámame Peligro.

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Hola lindas, aquí os dejo el primer capítulo de mi novela. Espero que os guste , que cometéis y que votéis.

Un beso, Ainhoa.

Llámame Peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora