CAPÍTULO 1

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Estar en todo ese bullicio era estresante, ¿Qué no podían permanecer un momento sin abrir la boca?, se apresuro a salir del salón buscando un lugar más tranquilo... "la terraza de la escuela suele ser un lugar que casi nadie frecuenta" recordó, y al llegar ahí se precipitó a acercarse a la orilla, con la respiración agitada, tratando de conseguir algo de aire fresco, se agarró del barandal con ambas manos mirando hacia abajo fijamente. Sintió como de pronto todo aquel alboroto había dejado de oírse; como su respiración comenzaba a normalizarse y como la tranquilidad y el silencio reinaban en aquel lugar.

Si bien, Shaoran Li no se caracterizaba por ser partícipe de algarabías como la que se llevaba a cabo en el aula, más bien muchos lo catalogaban como un chico un tanto huraño, tímido o reservado; y a pesar de ser el objetivo de algunas chicas, solo unas cuantas personas sabían cómo tratar con él y lograban pasar el rato de forma agradable.

El estrés que momentos antes tenía posesión del chico, iba desapareciendo poco a poco. Para su alivio comenzó a disfrutar de la tranquilidad que había ahí, la soledad. Estaba solo... o creía estarlo

-Recuerda que somos ángeles caídos sin la habilidad de volar- lo sorprendió una voz femenina.

Al darse la vuelta se encontró con un rostro que extrañamente se le hacía familiar, aunque con la sorpresa que se llevó de encontrarse en compañía, no lo recordaba con claridad. Aquel rostro reflejaba curiosidad y algo de timidez, o eso le pareció al Joven Li.

-¿Eh?- fue lo único que se le ocurrió contestar.

-Perdona, no se me ocurrió otra cosa para captar tu atención, mirabas tan concentradamente la planta baja que pareciera que tenías intenciones de saltar- concluyó la chica con un deje de nervios en su voz.

Y es que decir algo así como así a alguien con quien a penas y cruzaba palabra le resultaba algo difícil. Incluso para Shaoran había sido raro aquel argumento "¿a caso parece que soy del tipo que tiene ideas suicidas?" pensó, un poco desconcertado con la idea.

-eh... no, no pensaba saltar- articuló finalmente, sin saber muy bien como debía responder-solo salí a tomar aire.

-Ah, ya veo- dijo ella, y después soltó una risita-El ambiente en el salón se puso irritante de nuevo ¿eh?- añadió en tono divertido.

-Si... - aseguro el castaño, mirándola interrogante, tratando de recordar quién era esa extraña chica de ojos esmeralda. Y como si le leyera el pensamiento...

-Kinomoto- soltó sin más, y al notar la expresión desentendida del chico, continuó- Sakura Kinomoto, voy en el salón de al lado al tuyo.

Él chico solo se limito a asentir y volviendo a la realidad luego de unos instantes de abstracción, tomó una posición más concentrada y con un aspecto serio en el rostro, no por la situación, sino que esa solía ser la apariencia más normal en él.

Soltando un suspiro, la castaña decidió romper el silencio que se había formado.

-Siento haber interrumpido tu momento de paz- dijo, poniendo separador en página y cerrando el libro que traía en manos- solo me dio curiosidad él verte por aquí Li, normalmente nadie pone un pie en este lugar y menos cuando se ausenta algún profesor.

-Sí, lo sé- comentó él- es por eso que vine.

Después de esa extraña charla se formó un nuevo silencio, esta vez, incómodo. Sakura que no sabía exactamente que debía hacer o decir, decidió que la mejor idea era marcharse, y lo confirmó después de mirar la hora en el reloj de bolsillo, que tenía guardado en el bolsillo del uniforme, ya casi terminaba su hora libre.

-Bueno, me voy - dijo reincorporándose de su sitio- nos vemos Li- le sonrió e hizo una seña de despedida con la mano y se dirigió al interior del edificio del instituto.

El castaño, después de perder de vista a la chica, regreso a posar la vista en el piso de abajo. Había quedado un poco extrañado de su encuentro con Kinomoto.

Se quedo ahí a esperar que terminaran las clases libres que tenía, no es que él amara las clases simplemente prefería evitar el desorden de su grupo, en ocasiones solía ser realmente molesto, así que la idea de que su profesor decidiera faltar toda una semana no le caía muy bien.

-Con que aquí estas Li- dijo una voz a sus espaldas, él chico volteo; se trataba de Eriol Hiiragizawa -Deberías integrarte más al grupo, tenemos compañeros muy interesantes ¿sabías?- dijo sonriendo el ojiazul.

-No a mi parecer- contestó Shaoran.

-Amigo, deberías darles una oportunidad; incluso yo llego a faltar y dime ¿qué harás? ¿A quién le contarás tus penas y temores?- dijo Eriol, posándose una mano en el pecho y fingiendo dramatismo.

El castaño sonrió levemente – Oh! Ese día será glorioso y gozare de una paz absoluta- él otro rió como respuesta.

Conocía a Eriol desde los 12 años, y para ser alguien bastante opuesto a él habían logrado formar una gran amistad.
Entre charlas triviales, pasaron los minutos y ambos decidieron que era hora de regresar al aula.

Transcurrió un día escolar más, con normalidad, y con ello se acercaba el cierre del primer año de instituto. Para personas como Shaoran lo único un poco preocupante era saber si Eriol formaría parte de la misma clase que él, ya que si no, tendrían que tomarse la molestia de buscarse en salones distintos, aunque posiblemente no era esa la verdadera razón.

Con la hora de salida, montones de chicos y chicas salían animados, platicando entre amigos, dirigiéndose a sus respectivas actividades de grupos y talleres dentro de la escuela, y otros simplemente yendo a casa.

Cierta castaña iba directamente a la puerta de salida, pasando primero por sus zapatos. Al llegar a su casillero notó en seguida una hoja de papel; un gesto sombrío se asomo en su rostro y sin molestarse en leer lo que decía, simplemente la tomó; la arrugó y al salir la desechó en un bote. 

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