—¡Ey, espera! —corrí hasta la parada pero el autobús pasó de largo frente a mis narices.
—¡No, JODER! Mierda, mierda, mierda —marqué el número de Ka, no tenía paciencia para WhatsApp, y esperé a que contestara.
—¿Hola? —contestó una voz adormilada— ¿Quién llama a estas horas?
Definitivamente estaba tan dormida que ni había mirado la pantalla para ver quién era.
—Tía, tía, tía —repetí con desesperación— ¡que he perdido el bus! No voy a llegar a la recuperación, y voy a suspender historia definitivamente porque la muy zorra no va a aceptar ninguna excusa y no sé qué hacer —empecé a hablar atropelladamente— y ahora qué hago, ¿eh, eh? Estoy a tomar por culo y no llego ni corriendo. ¡Joder!
—¿Y tus padres? —sugirió ya un poco más despierta.
—Ya se han ido a trabajar.
Nos quedamos calladas.
—¿Y si llamas como si fueras tu madre y dices que te has puesto enferma?
—¿No prestas atención en clase? Dijo que incluso con justificante médico se pensaría el repetirte el examen.
—Es que vives en el quinto pino —se escuchó un suspiro desde el otro lado de la línea—. Es que le dije a mi madre que se podía quedar con su novio porque no pensaba ir al insti, ya sabes, a primera tenéis recuperación y ya pues... —puse los ojos en blanco.
—Estoy jodida —esta vez suspiré yo—. Bueno, supongo que tendré que recuperar en Junio, e intentar aprobar la tercera evaluación.
Me senté en el banco de la parada de autobús.
—Si quieres te llevo yo en mi moto —sugirió una voz que no era la de mi amiga.
Levanté la vista y me encontré con un moreno de ojos oscuros sonriendo mientras agitaba unas llaves.
—¿Quién es ese? —me preguntó Ka, al parecer ella también lo había escuchado.
—Eh... un tío.
—¿No era que no te iba a dar tiempo? —me tentó.
Hice caso omiso de él.
—¿Es un viejo verde? —me preguntó Ka.
Lo miré de arriba a abajo mientras arrastraba su moto hasta la carretera.
—No, solo es un chico de 17 o 18 años.
—¡Pues entonces genial, nena! ¡Que te lleve él y borda ese examen! —me tiró un beso—. Tía, estoy que me muero de sueño, te dejo. Luego me cuentas que tal. ¡Chau!
—Adiós —me despedí de mala gana.
Me levanté del banco y me acerqué al chico, que ya estaba subido en la moto.
Lo medité unos cuantos segundos.
—Solo quiero hacer una buena obra, ya sabes, eso del karma y de recibir lo que cosechas —me aseguró con sarcasmo, lo que produjo el efecto contrario a la confianza—. Bueno, ir a junio también está bien, eh.
Enarcó una ceja.
Me crucé de brazos.
—Voy a fiarme de ti, pero solo porque llevo demasiados días estudiando para este puto examen —acepté finalmente mientras me subía.
Se encogió de hombros.
—¿A dónde?
—Sagasta. ¡Rápido!
El chico se tomó en serio lo del tiempo y aún así llegué por los pelos: 5 minutos.
Me bajé de la moto y eché a correr.
—Vale que no me des las gracias pero al menos dime tu nombre, ¿no? —escuché que gritaban a mi espalda, pero no me giré.
Crucé la entrada.
Examen de historia, allá vamos.
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Inefable
Teen Fiction-Bueno, esa no es mi palabra favorita, pero está en mi lista de palabras bonitas -contesté sin atender al tono de burla de su voz. -¿Tienes una palabra favorita? -se lo pensó mejor-. Espera, espera, ¿tienes una lista d... -no pudo continuar porque y...