Uno.

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Primero nota al chico rubio. Seguro, no verlo habría sido difícil; con esa molesta, odiosa, contagiosa risa que soltaba. Venía cada lunes, miércoles y viernes y jugaba en el parque con el oso que tenía por perro, el cual llenaba su pelaje de lodo y hacia que las madres alejaran a sus niños. Tony lo observaba rodar por ahí como si fuera un niño pequeño con su mascota, y pretendía que no estaba aplazando el papeleo como si su vida dependiera de ello - al menos no pretendía, Pepper iba a matarlo.

Ellos aparecieron en una mañana nublada del pasado Septiembre, el hombre luciendo deprimido y el perro intentando animarlo sin éxito... es mitad de Marzo ahora y ellos siguen viniendo a la hora del almuerzo - y Tony sigue mirándolos y deseando que fuera él quien pudiera ser el que juega por ahí con su perro, sin importar que de hecho no tiene uno.

Hace un buen clima hoy, muy soleado y despejado, y Tony toma su usual sándwich afuera por primera vez, lo come en una banca no muy alejada del lugar donde siempre está el hombre y ahí es donde nota al otro chico.

Él es alto también, delgado y pálido en su grueso jumper, gorro de lana y pesada chaqueta. Parece cansado, adolorido, como si no hubiera suficiente piel en él para cubrirlo, pero él mira al hombre rubio con tanto amor en sus ojos que es como un golpe al inexistente corazón de Tony. Tony los observa interactuar, ve al gigantesco rubio pausar su juego y acercarse a su amigo, checar que su café está caliente, ajustar su bufanda, besar su frente... ah. Novios, entonces.

Corny Lines // IronFrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora