Angelica Argent se muda junto a su familia a Beacon Hills. Ella teme volver a ser de los perdedores de la preparatoria, por lo que hace lo que puede para que las demás personas la quieran, incluso si eso incluye sentirse obligada a hacer cosas que r...
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― I can't fight this feeling any longer... ― comencé a cantar por lo bajo siguiendo la música que salía por mis auriculares. Amaba esa canción con toda mi alma. La única razón por la cual no me encontraba gritando la letra mientras saltaba como una maniática era porque Allison estaba hablando por teléfono con mamá.
― You're a candle in the window on a cold, dark w― me interrumpí a mí misma al ver a un hombre de traje caminar hacia nosotras.
― Disculpen por hacerlas esperar ― habló el hombre. No tenía ni idea de quien era, pero parecía una persona importante. Comenzamos a caminar hacia la escuela ―. Cuéntenme, ¿decían que no se criaron en San Francisco?
― No, pero vivimos ahí por más de un año, lo cual es muy poco común en mi familia ― contestó Allison sabiendo que yo no pensaba hablar.
― Bueno, con suerte Beacon Hills será su última parada por un tiempo ― dijo el hombre sonriéndonos amablemente. Se que estaba tratando de ser cordial, pero esas palabras lo hacían parecer un asesino serial.
Caminamos por los pasillos de la espaciosa preparatoria hasta que llegamos a un salón. El hombre abrió la puerta interrumpiéndo la clase abruptamente ―. Clase, estas son nuestras nuevas estudiantes, Allison Argent y Angélica Argent. Hagan lo posible para hacerlas sentir bienvenidas.
Al tener a toda la clase observándome, cuestioné seriamente mi elección de ropa. Llevaba puesto en jean tiro alto color clásico (ni muy celeste ni muy azul), con la zona de las rodillas un poco rotas. También, un top sin mangas, solo con tirantes negro que iba hasta por debajo del jean. En los pies unas zapatillas blancas Nike clásicas y por último, una liviana campera que llegaba hasta las rodillas, hecho de lana, de color blanco. ¿Era demasiado? ¿Muy poco?
Por suerte no nos hicieron presentarnos frente a la clase ni nada. Parecía que al profesor no le importaba mucho nuestra llegada, pues siguió con su aburrida clase sin decirnos una palabra.
Me quedé unos segundos parada en el lugar, sin saber qué hacer exactamente hasta que todos comenzaron a mirarme raro, por lo que reaccioné y rápidamente me dirigí a el único asiento libre que quedaba, el cual estaba precisamente a la derecha de Allison, atrás de un chico de cabello rapado y corto.
Por dios, que aburrida era la clase.
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El timbre sonó y las personas comenzaron a salir del salón como si alguien los persiguiera. Allison tomó su bolso y me arrastró hacia los corredores. Estaba lleno de estudiantes y las paredes estaban repletas de lockers azules.
Bajé la mirada hacia el papel en mis manos. Ahí se encontraba escrito el número de mi casillero: 1269. Una risa salió disparada de mi boca ―. ¿Quién fue el genio que― me interrumpí a mí misma al levantar la cabeza y no ver a mi hermana. ¿Dónde se había metido?
