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[4/07/16]

¿Alguna vez has sentido, como que, eres el centro del mundo? Seguro que alguna vez te has sentido así, ¿verdad? Es normal sentirse así, sobretodo cuando eres pequeño. Tienes toda la atención sobre ti, eres el alma de la fiesta, todos quieren ver tus tonterías, risas y como puedes iluminar la habitación con solo tú pequeña sonrisa inocente, pero a la vez pícara.

Y luego te haces mayor. Y cada año que pasa, te vas dando cuenta de que no eres el centro del mundo. De que hay cosas más grandes que tu. Que vas perdiendo importancia.

Y entras en la pubertad. La pubertad, ah, que etapa más bonita, ¿no?
No para ti.
Piensas que todo va de mal en peor.
Peleas con tus padres.
Suspendes alguna que otra asignatura.
¿Donde está tu motivación?
¿Se quedó en el camino?
¿Dónde está aquella persona pequeña que tenía ganas de comerse el mundo?
Y es en ese momento, a las 3, 4 o 5 de la mañana, mientras escuchas la banda sonora de una película que te hace llorar cada vez que la ves, en el que te das cuenta de lo pequeño que eres comparado con el mundo.

Y te das cuenta, de lo mucho, o lo tan poco, que puede importar una vida.
Porque mientras tú estás ahí, tumbado, pensativo, escuchando música a las 4:34 de la madrugada, gente, como tú, está sufriendo mil veces más de lo que tú lo llegarás a hacer.

Y es en ese momento, en el que piensas, "¿Qué cojones hago aquí?" y te preguntas las típicas cosas como, ¿adonde vamos? ¿de donde venimos? ¿cuál es nuestro propósito?

Pero eso, ya lo dejaremos para otro día, te dices a ti mism@.

Y cuando están sonando las últimas notas de una canción que por primera vez no te ha hecho estallar en lágrima y esconderte bajo las sábanas como has hecho tantas veces, te dices a ti mismo:

"Puedo hacerlo."

Algo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora