Una chica de tan solo 16 años que vive tranquilamente en Argentina hasta que sin previo aviso por cosas de la vida se va a Japón por el trabajo de su padre debe irse para comenzar una nueva vida.
Con el comienzo de clases en un nuevo instituto y un...
Camino sin rumbo en uno de los tantos largos pasillos del instituto como si de una alma en pena se tratase, no hay nadie más que yo.
Se escucha solamente el sonido que hacen mis zapatos al andar en todo el lugar.
Observó reflejarse a través de las ventanas unos cuantos rayos de sol desvaneciéndose cada vez más en un atardecer dando la bienvenida a la oscuridad de la noche.
De un momento a otro noto la puerta entreabierta de una aula dándome la impresión de alguien dentro, me acercó y miró en su interior.
En el otro lado logró distinguir a un chico de rubios cabellos brillando por los pocos rayos del sol que quedan apoyado en el escritorio del profesor con una leve sonrisa con algo de perversidad en ella, mientras una chica se va acercando abrazándose de su cuello con una mirada sensual.
Se van aproximando lentamente para ir chocando frentes después narices hasta llegar a sus labios terminando en un beso que se intensifica con el pasar del tiempo.
Es inevitable el escape de unas que otras lagrimas mientras miro la escena pero no soy capaz de hacer nada...
Despierto al instante de un salto agitada con lágrimas desapareciendo de apoco por sobre mis mejillas levemente sonrojadas..
—Enana ¿estás bien? —exclamó tomándola de los hombros agitandolos levemente, inconscientemente lo abraza.
—K-Kyouya...no me dejes... —murmura sorprendiendoalnombrado, quien reacciona al corto lapso correspondiendo el abrazo acariciándole la cabeza como si de un niño se tratase —.Tranquila...es sólo un sueño...
Nos mantuvimos de esa forma por un corto tiempo para luego desgraciadamente separarnos.
—Ya..estoy bien —se quitó el último rastro de humedad que le quedaba mirando con una leve sonrisa a él preocupado rubio.
—¿Segura?
—Si
—Que alivió —suspiro profundo como si se liberara de un peso de encima.
—jajaja
—¿De qué te ríes?
—Preocupandote por mi jajaja —ríe levemente dando a interpretar que no le creía del todo, pero de algún modo sabía dentro de su ser que lo hacía, sintiéndose querida.
—Como si me importaras.
—Y después siempre me lo niegas jajaja
—Damare.
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