Capítulo 3. Un pequeño error.

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Lamento  no haber podido subir con anterioridad un capítulo, pero estaba realmente ocupada. Trataré de subir más seguido, ahora que tengo tiempo.

¡Que lo disfruten!

El sol me da en la cara y abro los ojos lentamente. Al ver la habitación me aterro porque no es la mía y después recuerdo que no estoy durmiendo en mi casa. Es extraño que aunque la casa esté sola, extraño estar ahí. Me levanto y pienso en dirigirme a bañarme. Busco ropa para ponerme el día de hoy, pero todo me parece tan... indecente. No sé si es la palabra que estaba buscando, pero sin duda alguna no me gusta la ropa que tengo. Esta familia es tan decente que hace que mi ropa se vea vulgar. Pero en fin, no puedo cambiar mi ropa, así que agarro lo primero que mi mano alcanza y me meto a bañar. No sé ni qué hora es, pero supongo que es un poco temprano, ya que no hay mucho ruido en la casa. Salgo de bañar pronto. Me pongo un pantalón ajustado negro y una camisa blanca. Buscó mis tenis por todas partes pues no sé en dónde los dejé. Los localizó al lado de una pequeña mesa que contiene flores. Tiendo mi cama, pues pienso que todo está bastante bien ordenado como para romper el orden. Intentó arreglar mi cabello, pero no tengo suerte en ello, así que mejor me hago una coleta, a pesar de que aún tengo el cabello mojado. Por lo tanto la coleta no queda perfecta, pero pienso que es un poco temprano para peinarme.

Me dispongo a bajar e inmediatamente me doy cuenta que cometí un error. En el comedor todos estaban reunidos y muy bien vestidos y peinados. Todos con ropa lo suficientemente elegante como para hacerme sentir mal.

-Buenos días.- dice Eleonor. No le respondo al instante. Me quedo mirando a todos y luego pienso en lo que tengo puesto. Evidentemente no es lo que ellos esperaban de mí, pues aunque no dicen nada en su rostros se un poco de disgusto. Kenia no se esfuerza en ocultar su felicidad al ver que no cumplo con lo estánderes de la familia, pues sonríe ampliamente. 

-Buenos días, a todos.- digo tratando de sonreír.

-Oh querida, no te quedes ahí, ven siéntate al lado de Dylan.- dice señalándolo. En el momento en el que lo veo le lanzo una mirada asesina. No me doy cuenta si los demás me vieron o no, pero no importa. Lo único que quiero en este momento es matarlo con mis propias manos.

-¿Tienes la costumbre de levantarte tan tarde?- pregunta Kenia, aún con su sonrisa tan maliciosa que pone de los nervios.

-Kenia, cállate.- dijo Dylan.- No le hagas caso.- dijo dirigiéndose a mí. No le sonreí, como él hubiera esperado. Aparto su mirada de mí y vio de nuevo a su hermana- Está claro que está cansada. Se acaba de cambiar para acá, pro favor, ¿podrías compórtate un poco?

-Pero si yo me estoy comportando. Sólo fue una pequeña pregunta.

Nadie más dijo nada. Desayunamos en completo silencio. El porqué Kenia me odiaba tanto no lo sabía, pero a veces llegaba a ser intimidante.

Después del desayuno me fui a la habitación dispuesta a no salir jamás. Me acosté en la cama y cerré mis ojos. ¿En qué momento se me había ocurrido aceptar esta farsa? Dylan era increíblemente genial, pero su familia... Era otra cosa. No estaba segura de poder continuar con esto. Supongo que tendría que ir con Dylan y decirle que tenía que se valiente y enfrentar a su familia diciendo la verdad. Al fin y al cabo esto no iba a durar para siempre... 

-Hola.- dijo una voz profunda. Abrí los ojos y vi a Dylan. Se acostó a un lado de mí.

-¿Qué quieres?- le dije disgustada.

-Saber cómo estás.- dijo ignorando mi disgusto.

-¿Qué cómo estoy?- dije mientras me sentaba.- Me siento terrible, pudiste advertirme que me arreglara un poco, ¿no?

Soy la novia falsa de mi amigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora