Capítulo Dos

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Cena con Peter

Veo a una pequeña multitud aglomerarse en unos de los tableros de avisos. Durante cada semestre a los alumnos se nos asigna un taller recreativo. Inmediatamente un nudo en mi garganta se hace presente ante el simple hecho de imaginar mi nombre escrito en cualquier taller deportivo, justo como en los dos semestres anteriores.

—¿Te crees con suerte este año? —escucho esa voz que logro reconocer sin dificultad.

—Muy gracioso —miro a Michael por unos segundos— algo bueno tiene que salir si recé todas las vacaciones ¿no?

Lo escucho reír negando con la cabeza. A lo lejos puedo ver Ally que le hace señas con la mano y él va hacia ella dejándome sola otra vez.

Aprovecho que el gentío a disminuido y me acerco. Empiezo por la lista del taller de pintura: No. Teatro: No. A medida que las listas se van haciendo menos mi respiración gradualmente empieza a acelerarse. Grito desesperada cuando veo mi nombre escrito en el taller de música. A pesar de que mi habilidad con los instrumentos en una escala del 1 al 10 es de 0, no puedo evitar sentirme feliz.

Escucho un quejido justo en mí espalda, volteo y veo a Lauren que me mira con una sonrisa forzada. Enfoco mi vista nuevamente en la lista y leo su nombre en el mismo taller que yo. Asumo que esa no era la opción que quería por lo que digo:

—Supongo que estas sin suerte el día de hoy.

Ella me mira y su sonrisa se suaviza un poco. Sin decir una palabra se va. Yo me quedo unos segundos (quizá un poco más) mirando la lista aún sin poder creerlo.

—No siempre es así de descortés —escucho decir a una chica a mi lado que con su dedo repasa las listas en busca de su nombre. Era una de las amigas de Lauren.— por cierto, soy Dinah.

—Camila —digo— por la expresión de su cara puedo decir que ese taller no era su primera opción.

—Le encanta la música —dice por fin encontrando su nombre en aquel tablero, también en el taller de música— pero supongo que estaré ahí para hacerla entrar en razón.

¿Entrar en razón? ¿A qué se refería? Pongo en mi mente todas las variables posibles y aún así sigo sin lograr entender.

Casi puedo percibir lo genial que será este último semestre. No más deporte. No más hacer ejercicio. Un semestre sin escuchar los gritos de la entrenadora puede considerarse como una bendición.

Entrar al taller de música probablemente ha sido una de las mejores cosas que me han pasado desde que entré a la preparatoria. No soy muy buena con los instrumentos sin embargo algunas personas (a parte de mis padres) me han dicho que soy buena cantando.

Suspiro satisfecha y me muevo para dejar que los pobres alumnos vayan a buscar sus nombres, algunos de ellos probablemente sin tener tanto éxito como yo.

Caminando por los pasillos me encuentro a Peter, mi mejor amigo.

—¿Otra vez caminando con las agujetas desatadas Cabello? —dice divertido y yo ruedo los ojos.

Me siento en una de las bancas y comienzo a atarmelas. No es muy común en mí tener mis agujetas de esa manera, supongo que se trata un descuido.

El Lado Secreto de los Sentimientos (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora