Sans abrió lentamente los ojos, pero tuvo que cerrarlos al instante, pues sobre él caía un insoportable rayo de luz blanca. Se removió para quedar tumbado de lado, escuchando todos sus huesos crujir, e hizo una mueca al notar varios pinchazos de dolor por todo su cuerpo. Había caído, no sabía cómo ni por qué, sobre una superficie suave y agradable al tacto que lo había amortiguado al caer. Sabía que se había producido un reinicio, tenía esa sensación que siempre le llegaba cuando esto ocurría. Pero era extraño no haber despertado en el bosque de Snowdin antes de que Frisk llegara hasta él, como siempre ocurría, sino en la mitad de una alta caída.
Una vez se hubo acostumbrado a la luz que atravesaba sus párpados, despegó estos poco a poco. Pudo ver que se hallaba tirado sobre varias flores doradas que desprendían un aroma dulzón y que estaban amontonadas de tal manera que parecía que hubiera caído sobre un blando colchón amarillo.
Se levantó con dificultad, pues a pesar de las flores había sido una caída alta y dolorosa, y se sacudió el polen de la ropa y de entre los huesos. Observó todo a su alrededor, pero sólo fue capaz de captar con la mirada varias columnas de mármol que se alzaban hacia lo más alto de la caverna, donde el chorro de luz comenzaba.
Hizo un esfuerzo por recordar la última línea temporal, y se acordó de Frisk sujetando con firmeza un cuchillo salpicado de sangre. De su sangre. Sus ojos entrecerrados, observándolo con un brillo asesino que no era propio de él, con una enorme sonrisa en el rostro. Y tras él, otra figura casi imperceptible, con la misma expresión, vestida de verde y amarillo.
Era cierto, aquella había sido la vez cien que Frisk había reiniciado para asesinar a todo el mundo. Había realizado una ruta genocida por más de noventa veces, y probablemente habría hecho más... ¿Pero por qué ahora Sans se encontraba en un lugar desconocido para él?
Comenzó a caminar por un largo pasillo de la caverna, observando las oscuras y lisas paredes de piedra intentando dar con algo que le resultara familiar en vano, hasta dar con un enorme portón construido con el mismo material que las columnas anteriores, y llegó a una cueva parecida a la anterior, igual de oscura y únicamente iluminada por un rayo de luz que caía de algún agujero del techo.
—Howdy...
Sans se sobresaltó al escuchar aquella voz femenina, y entonces dio con la presencia de alguien más en la sala, quien acababa de abandonar la oscuridad para posicionarse bajo el chorro de luz: una chica de unos doce años, de pelo corto y castaño y vestida con un jersey verde atravesado por una franja amarilla.
Sans entrecerró los ojos para observarla mejor, y le sorprendió ver como no hacía sombra sobre el suelo a pesar de la luz que caía sobre ella. Además, parecía que si fuera a tocarla, su mano atravesaría el jersey verde y todo el cuerpo para sobresalir por detrás.
—Bienvenido al infierno saco de huesos. Soy Chara —dijo, esbozando una sonrisa torcida—. Tal vez quieras una explicación, ¿no?

ESTÁS LEYENDO
A Bad Reset ©
Fanfiction«¿Quieres que dejen de sufrir, verdad? Tranquilo, tu amiga Chara te ayudará. ¿Qué te parece si empezamos por... MATARLOS A TODOS?» ...