Me hace sentir identificada, es justo lo que necesitaba ante tanta soledad, es un chico joven, pero perturbado, como yo.
Solo necesitaba un compañero de aventuras. Me necesitaba, le necesitaba, nos necesitábamos.
Su historia era parecida a la mía, pesadillas, tortura psicológica, pero a parte, tortura física.
Estaba lleno de cicatrices, de cicatrices de la guerra contra la muerte y la locura. Se notaba su fortaleza y su valentía en su mirada, que solo quería escapar y proteger su cordura.
Recuerdo la primera vez que vi su silueta en la oscuridad de este limbo tras desaparecer la voz de mis padres. Pensé que era una ilusión, que era mi imaginación, pero no lo era, era otra alma en pena vagando solitaria por el limbo.
Encontré a mi Robin, tal vez yo era su Robin, y quizás los dos a la vez éramos Batman. El caso, es que luchábamos contra las pesadillas juntos en el limbo, se hacían más llevaderas, y se iban debilitando, volví a sentir un sentimiento olvidado. La felicidad.
Él hace que pueda volver lo antes posible de mi tortura psíquica, al igual que yo a él.
No quiero que se vaya, por nada del mundo quiero que se vaya.
Mi Robin, mi Batman, mi compañero, pero sobretodo, mi salvador...