Prólogo

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12 de Octubre del 2012

—Este lugar es siniestro.

Para Helena los árboles con nieve cubriéndolos eran hermosos, más en Irlanda donde los árboles abundan como en Nueva York los edificios.

— ¿Ya viste esos pájaros? Creo que son cuervos, ¿Crees que están señalando algún punto de muerte?.

Además estaba atardeciendo lo que hacÍa que el paisaje se vea hermoso. En aquél autobús en el que viajaba estaba  con Thomas su hermano pequeño con tan solo nueve años y su madre Theressa

 Jamás en la vida había pensado viajar a un lugar en dónde las historias de hadas y duendecillos molestos corrían de aquí para allá soltando maldiciones a quien sea que se les acercara o de hombres gigantes pelirrojos con hachas y faldas verdes.

 Solo tenía en mente una cosa.

— ¿Me estás escuchando?

Ah, claro, el chico que intentaba ligar con ella desde que subió al autobús, vaya que apestaba, ella solo se dedicó a ver la ventana hasta que el chico se diera cuenta de que estaba siendo brutalmente ignorado y también se dedicara a ver la ventana, o el pasillo.

—La verdad no amigo, lo siento — Respondió Helena con una sonrisa forzada, ahora solo faltaba que saque el libro, encienda la luz y se disponga a salir de la realidad.

—Helena — Volteó a ver. Era Thomas con sus lentes más grandes que su cara y su cabello castaño revuelto —Mamá dice que tú tienes mi inhalador.

—Claro, dame un segundo — Se paró del asiento y agarró su mochila que de hecho estaba a punto de morir ya que estaba mugrienta y con un hueco en la parte superior del cierre.

Prendió la luz para ver mejor dentro de su mochila. ¿Por qué no había sacado toda la basura que tenía allí dentro desde hace dos años? Ahora sería un infierno encontrar el maldito inhalador, y para colmo el tipo que apestaba solo estaba allí sentado observando sus cosas "disimuladamente".

Una sombra pasó por el rabillo de su ojo pero no le tomó importancia ya que su hermanito necesitaba su inhalador el cual estaba enterrado entre ropa y migajas de galleta.

La misma sombra pasó por el rabillo de su ojo pero resulta que esta vez eran dos. Ahora si que le prestó atención, ¿Qué tal si ahora se quedaba igual de ciega que su hermano? Pero al ver por la ventana se dio cuenta de que o estaba quedando ciega o estaba alucinando terriblemente por la peste del tipo de al lado.

Un ser grande y blanco como la nieve vestido con lo que parecían pieles de lagarto estaba corriendo a un lado del autobús con otro chico a su lado del mismo solo que este vestía pieles de oso pardo, los dos armados con arcos y flechas como de un metro cargadas de algo que parecía fuego.

Corrección, era fuego.

El extraño ser había saltado y lanzado una flecha al autobús haciendo que este de un salto hacia un lado.

El conductor aceleró, parecía asustado.

— ¿Qué fue eso? — Gritó un señor corpulento de pelo negro.

Una vez más el autobús dio un salto hacia un lado.

La gente empezaba a asomarse por las ventanas para observar lo que sucedía mas allá del autobús.

Helena hizo lo mismo. Ya no estaban los seres blancos, sino eran seis y por lo que pudo imaginar estaban rodeando el autobús empujándolo.

 La gente comenzaba a entrar en pánico y a gritar. El autobús comenzaba a moverse de un lado a otro descontrolando su estabilidad.

El conductor aceleró aún más la velocidad en un intento desesperado de que los saltos que daba el autobús pararan.

De repente uno de los seres blancos saltó encima del techo del autobús causando aún más terror dentro del autobús. Luego, saltó enfrente del autobús sacando dos colmillos superiores gigantes espantando así al conductor haciendo que este frenara de un golpe causando así que girara en su vértice y cayera hacia un lado.



Cuando Helena despertó  todo estaba en llamas. Se paró con trabajo y miró a su alrededor.

Lo que observó fue devastador.

De las cuarenta personas que estaban en el autobús solo quedaban treinta y tres; todas en el piso en un movimiento desesperado de querer salir debajo del autobús. Aunque ya ninguna se movía.

El chico que se sentaba a su lado abierto en dos partes pero no se veía órgano alguno. Además de que sus brazos así como su cuello, piernas y parte de su rostro parecían mordidos por lobos.

Como un rayo se puso a buscar a su madre y a su hermano.

Thomas, solo tenía nueve años, no podía morir de esa forma tan cruel, no podía, lo acababa de ver y lo único que tenía que hacer por él era buscar su maldito inhalador y  aún así no lo encontró.

Conteniendo las lágrimas comenzó a buscar dentro del autobús algún resto de su madre o Thomas, pero lo que encontró fue aún peor.

Aquellos seres blancos con grandes colmillos superiores no estaban sino unos seres con armadura de carbón que sobresalían unas grietas con lava de sus trajes.

Estos seres estaban despedazando a las personas que quedaban dentro del autobús con unas armas que parecían escopetas echas de fuego azul y titanio.

Pero lo que la horrorizó no era eso, era a la persona que despedazaban en mil trozos.

Su madre, a quien amo, respetó y le enseñó modales, su madre que le dijo que una persona pasara lo que pasara seguiría adelante, su madre que le enseñó lo que era amar, su madre a quien amaba tanto, volando en mil pedazos a los pies de aquellos seres de fuego llenos de maldad.

La sangre de su madre salpicó en su cara mezclándose con sus lágrimas. Dio un paso hacia atrás. Mala idea.

Los cristales de las ventanas del autobús habían reventado por la caída y al dar un paso hacia atrás el cristal tronó haciendo que la criatura que le disparaba a su madre volteara a verla.

Podía ver su reflejo en el cristal del casco de la criatura infernal y lo único que pudo pensar fue en correr sin mirar hacia atrás, sin pensar en dónde podría estar su hermano, en lo que pasará con su madre.

Corrió dentro del bosque sin pensar en los peligros que pasaría dentro del bosque, solo podía pensar en las pisadas que la perseguían y en los sonidos que ella misma ocasionaba apartando ramas de su rostro y pisando ramas y hojas secas.

Hasta que sintió como la apartaban a un lado con un movimiento brusco cayendo encima de rocas filosas haciendo que se desmayara.


Un Camino Eterno - ApaísiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora