I. In the begining was the light

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Dea Aur, LA LUZ viajaba iluminando el universo, infinito y frío, a su paso dejaba un rastro de estrellas y enviaba luz y vida a los lugares lejanos y obscuros del universo. Y con cada pequeño rayo de luz que tocaba algún planeta, este se llenaba de vida, una extensión del amor y la vida misma de la Diosa. 

La luz toco un pequeño planeta, situado en la orilla mas lejana del universo. El espléndido rayo de luz se acerco fulgurando, radiando, abriendo un camino entre los densos vapores de tinieblas, iluminando el camino hasta el centro del planeta. Y al posarse en tierra fue tan suave como un ave al posarse sobre el agua, ningún sonido se escucho, pero el milagro de la vida inicio. Las densas tinieblas se alejaron, el cielo se ilumino y se torno azul, la tierra estéril se torno verde y blanca, los ríos brotaron y los mares crecieron; y entonces la vida surgió. Seres maravillosos nacieron de la cálida luz, pequeños y grandes, cada uno de forma distinta a los demás, pero todos irradiaban luz. 

Los mas hermosos y radiantes fueron llamados Ljusaius, ellos tomaron la mayor parte de la luz de la diosa y tuvieron sabiduría. Eran seres esbeltos y altos, sus rasgos delicados y su piel tan pura que tenia un color blanco. Por sus venas corría energía y luz, misma que su piel traslucía. Todos y cada uno de los seres que nacieron de la luz entendían su propósito y sabían de donde venían, que eran hijos de la luz y que debían esforzarse por incrementar la luz, hasta llegar a ser como Dea Aur. 

Pero en este pequeño punto de nueva vida, belleza y hermosura no todo fue perfecto. La luz no pudo eliminar por completo la obscuridad, porque esta en ocasiones es tan fuerte que se aferra a la vida, ocultándose entre las rocas escabrosas, en las cuevas de las montañas, en el centro de la tierra en donde podían arder y esperar a que el momento fuese idóneo para volver a la superficie. Usando el humo denso de los volcanes que escupían fuego y destrucción, la obscuridad continuo manifestándose, poco a poco, anunciando que un día reclamaría el mundo que fue suyo.

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