II. The birth of a song, the death of a dream

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En el principo fue la luz y por estar creados de luz todos los seres eran hermosos. Atzimba fue la luz más hermosa, el primero en tomar forma, el más sabio y bondadoso, fue nombrado gobernante y reinó con justicia y bondad, y por tratarse de un mundo nuevo las contiendas no existían. Por mil años hubo paz en la tierra y la ciudad de las mil luces fue nombrada Al-nasr. 

Iblis, la segunda luz era igual en belleza y poder, su sabiduría era mucha. Todos los respetaban y ellos guiaban con amor y justicia. Para ayudar a las luces mas pequeñas a crecer en brillo y estatura Iblis comenzó a enseñar a las luces mas brillantes para que ellas a su vez enseñaran a las mas pequeñas. Cada una de esas luces poseía diferentes conocimientos y se enseñaban unos a otros. 

Durante un milenio se vivió en paz en Al-nasr, la ciudad de la luz, que se construyo como recordatorio de que todos habían nacido de la luz de estrellas de Dea Aur y que de que todos debían esforzarse por incrementar su luz. 

Sin embargo, algunos Ljusaius comenzaron a disminuir la intensidad de su brillo al ver frustrados sus intentos por aprender las artes y ciencias comenzaron a sentir enojo y su carácter cambio. Poco a poco se alejaban de los demás y se volvían solitarios, tristes, se sentían diferentes y cuantos mas sentimientos negativos tenían, más perdían su luz y entonces se iban de la ciudad a las montaña lejanas. Se convirtieron en seres diferentes, no brillaban más, y construyeron ciudades obscuras, sin embargo aun se vivía en paz. 

En algunos otros el cambio fue diferente, sin embargo, el más extraño de todos fue el cambio de Iblis. Él, al igual que Atzimba era una luz muy brillante y se encargaba de enseñar las ciencias; pero en su afán de saber más, de aumentar su luz y poder encontró en lo profundo de la tierra algo que lo cambio, su mente comenzó a tener ideas retorcidas y se torno ambicioso, se corrompió, y con él arrastro a muchos, y a pesar de su mucho conocimiento, todas esas luces se tornaron en oscuridad. 

El gran y sabio Iblis se convirtió en el líder de los Svartalius, aquellas nuevas criaturas obscuras. Atzimba al darse cuenta de los cambios en su hermano y sus seguidores trato de persuadirlos a recapacitar, antes de que ese cambio fuera irreversible, pero la ambición de Iblis lo llevo a combatir a Atzimba para usurpar el trono, creyendo que con el nuevo conocimiento y poder que había adquirido obtendría fácilmente la victoria, pero Atzimba no deseaba combatir a su amado hermano ni a su gente, sin embargo no tuvo otra opción, junto con sus seguidores mas fieles el rey combatió a los Svartalius. La batalla fue feroz y duro muchos años, pero al final Atzimba y los suyos ganaron... 

Por causa de su gran poder y del amor que el rey tenia por Iblis no lo destruyo, antes bien procuro traerlo de vuelta a la luz, pero Iblis se negó y Atzimba no tuvo mas opción que desterrarlo junto con sus seguidores a las montañas lejanas para que no corrompieran a más luces. 

 Sin embargo Iblis riéndose de tal acción amenazo con una nueva guerra aun más feroz y sanguinaria, prometio volver aún más fuerte, y cuando lo hiciera, sería no solo para tomar el trono de Al-nasr, si no para gobernar el mundo entero. Atzimba no teniendo mas opción frente a las amenazas de Iblis decidió un castigo más severo. Así que con ayuda de los sacerdotes hechizo a Iblis, para que durmiera por el espacio de diez mil años, que serían suficiente tiempo para meditar en sus hechos malignos y tener oportunidad de volver a la luz y al conocimiento puro que les ofrecía Dea Aur. Por último lo llevaron al otro lado de la tierra y lo encerraron en el corazón de la montaña más alta para que ninguno de sus siervos pudiera despertarlo hasta que se cumpliera el tiempo. Pero el poder de Iblis brotaba de la tierra y los paramos hermosos se volvieron en llanos áridos y montañas escabrosas donde reino la obscuridad, y el lugar en el que dormia Iblis se convirtio en un volcán, entonces se llamo a ese lugar Ra-ant-azu.

Atzimba volvió y continuó su reinado por mil años más, vigilando la montaña y protegiendo Al-nasr hasta el día de su muerte, esperando que Iblis pudiera retornar a ser un Ljusaius. Atzimba murió y nuevos reyes fueron elegidos, la amenaza de Iblis permaneció en la mente y corazón de los Ljusaius durante mucho tiempo, pero con el paso de los años y las generaciones comenzó a tornarse en una simple leyenda, nada más que un cuento.  

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