¿Qué más sobre Renacidos?

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Oh los Renacidos, conocidos y odiados por todos, pero nadie sabe su desterrada historia.

Hace tiempo, mucho tiempo antes, cuando la generación del Humano Del Esperanzador constaba de pocos antepasados, hombres malos se hacían llamar Expedientes y experimentaban en la Etapa de Gloria Desértica o comúnmente ahora llamado alcantarilla.

Cierto tiempo, en las consideradas tormentas de arena, biologos y curanderos recorrían todo el desierto con grandes maquinas blancas y futuristicas, buscaban plantas especiales y poco comunes para experimentos horrorosos y políticamente incorrectos para esa época.

Una vez conseguida la planta de su dura tarea, se iban a un poblado pequeño y poco conocido de esa misma etapa, lo único emblemático del pueblo es que residía al lado de otro hábitat, que esta tenía La Torre Del Sol.

Los curanderos tenían una "casucha", en las afueras del poblado para no alarmar mucha atención, dentro de la casucha solo había una escalera para abajo que una eterna oscuridad recibía el temor de cualquiera, a través de la oscuridad, una penetrante luz roja encendía y apagaba repetidamente. Se trataba de un portón de acero. Adentro había un laboratorio gigantesco, del tamaño de un país. Millones de pasadizos, con millones de habitaciones en cada costado, las puertas se daban la cara entre ellas, después de cada pasadizo había una sala enorme con imaginativas probetas de todos colores, y un guardia con una alabarda eléctrica (claramente robada en el reino Teutén) residía en el centro, con mirada fija y fría en todo el alrededor.

Un día, como cualquier otro, un chico de negro entró como si nada, con una cría de Dandreo. Decía a grito suelto "Necesito una Especie de Xinrroddoe" mientras, con una mano sostenía a la ricura de la criatura. Solo le contestó su propio eco. Avanzó y se encontró, nada menos que 1005 alabarderos.

El chico, no reaccionó mal... Ni tampoco bien, solo levantó una ceja en tono sarcástico.

Ya con todos los guardias muertos, les obligó a los Expedientes y curanderos nada más que entregarse ante él. Todos lloraban y gritaban por tal situación. El chico sonría inocentemente para calmarlos, y les dijo "Si me tratan como un dios les perdono", sacando una frío espada de acero.


Arrancó hasta la primera y última cabeza de los trabajadores de allí, para luego ponerlas todo en una asquerosa y perturbadora bolsa mal oliente y tintada de rojo. Luego de tal acto, fue a buscar su especia, untó esta en los cadáveres de cada uno de los Expedientes, volviéndolos Renacidos, El chico ordenó a estos 2.0 a hacer Busca Y Captura en todo Etapa de Gloria Desértica de humanos y hacer lo mismo, y así luego eso en todo el mundo. El chico iba tirando barriles extremadamente tóxicos en cada poblado.

The history of the eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora