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Una mañana en el parque estaba escribiendo, era lo que mejor sabía hacer. Mis pensamientos estaban en el viaje que haría algún día,   Hallsatt .                                  

Amaba sentir el clima frío, ver todas las mañanas un precioso mar, ver casas cuidadosamente estructuradas. Era para mi el lugar más hermoso que podría existir. 

La realidad era otra, vivía en lugar total y completamente diferente al que quería vivir, no tenía más opción que estudiar y trabajar, la aburrida rutina de todos los días. 

Buscaba un lugar donde escribir todas las mañanas antes de ir a desayunar. Podía admirar la fuente de la cual brotaba agua sin fin, y podía escuchar a los niños corretear a las palomas que se encontraban allí. 

Lo que más me llamaba la atención eran las parejas que se encontraban allí, tomados de la mano, sonriendo y dándose muestras de cariño. La verdad es que no tengo nada en contra de eso, pero lo que me preguntaba de forma frecuente era que como podían ser tan felices? Era algo que consideraba  imposible.  

Prefería no concentrarme en todo eso, no estaba preparada para una pareja, me gustaba estar sola, quiera solamente enfocarme en mis estudios y trabajo.  Muchos decían que fuera en busca del amor aprovechando que estaba joven, peor apenas tenía 21 años, tenía mucho para eso.  

Como siempre, después de escribir fui a la cafetería que estaba cerca del parque, nunca pedía café, lo cual era raro para muchos, que una persona este en una cafetería y no pida café. Para mi no era raro, son mis gustos, no cuestiono así que no lo hagan conmigo. 

Amo el  té de manzana y canela, pedía uno siempre, claro, no podía faltar un sándwich de pavo. Antes de darme cuenta ya había terminado de comer, y como era habitual a la misma hora de siempre llagaba la chica más torpe e ingeniosa a la cual se hace llamar "kylean", mi amiga.  

-¿Cuándo será el día en que dejes de tomar  té? - dijo de forma sarcástica mientras tomaba asiento - sabes? Un cambio no te haría mal.  

-Hola kylean, yo cambiare el día en que dejes de fumar - tome mi libro y lo cerré para poder verla - sabes que odio que fumes. 

- sacando un cigarro de su bolso - tu sabes que no dejaré de hacerlo amiga. 

-Sí vas a fumar por favor hazlo lejos de mi - de verdad odió el olor a cigarro - sabes bien que eso te hace  daño, no quiero el día de mañana enterarme de que tienes cáncer por fumar.  

-Deja de preocuparte tanto jess, no me dará ninguna enfermedad. 

-Espero que sea así. 

Como era de esperarse, mi necia amiga salió de la cafetería para encender el cigarro, demonios! Nunca me escucha. Me levanté y salí afuera en donde me estaba esperando kylean. El humo de ese asqueroso cigarro me tenía mareada, de verdad lo odiaba, empezamos a caminar por la calle y de pronto suena el teléfono de kylean.

Al terminar la llamada ella colocó su teléfono en el bolso y levanto la mirada, pero esta no era igual que la de hace diez minutos antes de la llamada. No quise incomodarla, pero alguna de las dos debía romper el silencio que había entre nosotras, cuando estuve apunto de pronunciar la primera palabra ella para mi sorpresa hablo antes que yo.  

-Era Diego - hablaba pero su mirada seguía al frente sin mover nada más que los labios al hablar - ese idiota quiere que hablemos está tarde. 

-Sólo te dijo eso? - era raro de el, siempre decía el motivo pero esta vez no lo hizo. 

-Sí - su tono de voz cambió, al igual que su mirada - tu sabes mejor que nadie cuanto lo odio. 

-Lo se, pero a la vez es tu culpa, tu sabias en lo que te estabas metiendo y no te importo. 

-Fui una tonta - su mano se cerró asta hacer un puño en el que contenía su rabia. 

-No vallas y ya, cual es el problema ? 

-Es que tengo que ir, recuerda que es mi jefe. 

-Pero también es tu ex, y quizá tal vez quiera hablar de algo más que trabajo, recuerda lo que ocurrió la última vez. 

-No importa de lo que quiera hablar, tengo que ir. 

-Es tu decisión - ella sabe bien en lo que se mete - recuerda que te lo advertí. 

Nos despedimos y nos fuimos por caminos distintos. Me dirigí a mi universidad, lo único con lo que podía sobrevivir era con la idea de que ya me quedaban tres meses. La vida adulta es increíblemente complicada y agotadora, pero cada minuto en ese lugar eran siglos de tortura. 

En la entrada siempre estaban unos hombres que lo único que hacían era fumar y buscar chicas con las cuales pasar una noche, los cuales me molestaban demasiado. Como era de costumbre, ignoraba a todos hasta poder llegar al aula. Me senté a esperar que todos llegarán, y mientras esperaba, leí un poco para distraerme, lo cual ayudaba mucho. 

Cuando leía me imaginaba los lugares, los colores, los aromas, las personas, para mi leer es increíble, me ayuda a escapar de mi realidad, la cual es triste y aburrida. Me aísla de todos los que me rodean, y eso era lo que más me gustaba de leer. 

Depronto 

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