Prólogo

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—¡Choromatsu!—Se escuchó una voz a la distancia que retumbó por los cielos.

El mencionado se encontraba en el suelo del palacio leyendo concentrado, al oír su nombre levantó su mirada del reglamento que revisaba y divisó a su hermano mayor a lo lejos, quien corría emocionado en dirección suya y a juzgar por su expresiónalgo se traía entre manos. El menor suspiró.

—¿Qué ocurre, Osomatsu-niisan?—preguntó serio. El más grande se acercó a él con entusiasmo y lo tomó del brazo.

—¡Tienes que ver esto!—gritó feliz halándolo suavemente, para él era difícil contener sus emociones frente a su hermano y más cuando encontraba algo de su interés. Choromatsu estaba desconcertado por lo urgido que estaba el contrario.

—No iré—espetó, no se involucraría de nuevo en uno de sus asuntos. La última vez se habían metido en un gran lío y no quería tener que limpiar las armaduras de sus superiores de nuevo—. Nii-san, tenemos una reunión con los más altos rangos dentro de poco y debo aprenderme el reglamento o-...

—Sí, sí, sí lo harás luego, además no demoraremos mucho—interrumpió desinteresado Osomatsu ganándose una mirada de reproche.

—He dicho que no, y tú deberías estar haciendo lo mismo que yo, no quiero que nos castiguen de nuevo por tu culpa.

Dicho esto regresó a su lectura con la esperanza de que éste le hiciese caso, lo amaba pero recientemente era muy irresponsable y más travieso de lo que acostumbraba ser, no podía evitar estar preocupado por él. Imaginar a su hermano siendo exiliado del Cielo le partía el corazón, por ello hacia hasta lo imposible por persuadirlo cada vez que llegaba con una de sus locuras, fallando estrepitosamente en todos sus intentos.

Contrariando sus deseos, su hermano hizo un puchero y lo jaló del brazo con fuerza suficiente para ponerlo de pie y que el reglamento se cayera de sus manos.

—¡Oye Osomat-...!

—¡No seas aburrido Choromatsu, será divertido!—Volvió a cortar sus palabras, quería mostrarle lo que había encontrado y estaba dispuesto a hacerlo.Empezó a correr llevando consigo a su hermano, que con torpeza trataba de seguirle el paso.

—¡¿Qué crees que haces?!—Si algo le molestaba a Choromatsu de su hermano era precisamente eso, él no lo escuchaba y si lo hacía no tenía en consideración su opinión. Como era de esperarse esa ocasión no fue diferente, Osomatsu ignoró todos esos gritos y reclamos del menor que se tropezaba cada tanto.

Choromatsu iba a dejar de protestar cuando se dio cuenta que salieron del palacio, eso le aterró, ya se hacía una idea de lo que harían.

—¡Nii-san, no!

—Calma, yo sé lo que hago—Lo único que quería era ver su expresión cuando contemplara esa maravilla.

—¡Te juro que si me parto un ala, no te lo perdonaré!

—¡Mal, muy mal! "Los ángeles como nosotros estamos dispuestos a perdonar a cualquiera que nos haga daño, porque el rencor no habita en nuestros cuerpos", ¿era así?—Se burló.

El menor iba a reprochar por su mala imitación de los superiores cuando vio el final de la nube aproximándose.

—¡Hablo en serio, Osomatsu-niisan, para!—dijo tratando de zafarse de su agarre.

—¡Sujétate bien de mí!—Entonces desplegó sus pequeñas alas y Choromatsu supo que estaba siendo serio. No hubo tiempo para decir ni sentir nada más pues Osomatsu se impulsó y saltó junto a su mellizo de la nube.

—¡Ahhhhhhhh!

No era fan de las alturas y menos cuando aún no volaba muy bien por lo que se aferró a su brazo mientras caían al vacío.

Adiuva me AvolareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora