(9 de septiembre)

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21:30 hrs.
No puedo hacer que me ames.
Toda esta distancia que nos lleva millas de ventaja, nos ha separado de nosotros. Quizás fui yo. Quizás los dos.
Pero sólo sé que desde ahí no nos hemos vuelto a encontrar. Tú y yo, que antes no podíamos hacer nada sin el otro, hemos pasado más de un año sin vernos. Vernos a corazón abierto, despojados de máscaras falsas y prejuicios. Era necesario. Despedirnos un millón de veces y aún así sentir que no se ha dicho suficiente. En el fondo, seguimos siendo aquellos niños que reían y disfrutaban; pero ahora esos momentos están reservados a amigos íntimos y reuniones familiares.
Nos convertimos en dos extraños, muy cordiales.
Los momentos que antes creíamos que nos pertenecían a ti y a mi, hoy no significan nada. ¿Para qué vivir de esa manera, cuando la única persona que hacía que todo aquello tuviera sentido, no está? Es mejor resignarse. Ser siluetas que viven, pero no viven realmente. ¿Para qué vivir a concho? Mi vida, dime porqué. No estás. Explícame porqué está soledad me parece tan preciada. Dime, porqué no quiero separarme de ella. Así pasa siempre, ¿no? Te acostumbras y lo dejas. ¿Te acostumbraste a mi? Lo cierto es que mi acompañante soledad es bastante buena. Con ella vivo sin vivir realmente, y me sienta bien. Olvidé lo que se siente arder de pasión, desear amar tanto a alguien hasta quedarse sin aliento... No soy pesimista, bueno, creía que no lo era. La niña que alguna vez habitó mi cuerpo me dice que contigo todo iría bien, siempre que te mantuviera cerca. Lo olvidé. E inconscientemente te alejé tanto, que hoy nos separan 7,9 km de puro orgullo. Ámame, ámame sin ser amado.

(Ya lo hiciste...)

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2016 ⏰

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