Capitulo 3

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Narra Arlet:

Mis ojos pesan, he perdido la noción del tiempo. Trato de moverme, sin éxito, quiero emitir sonido, pero es como si hubiera estado 10 días en el desierto. Escucho voces lejanas, no puedo definir ninguna palabra, es tan frustrante. Estoy intentando hacerlo como 2 minutos, pero parecen horas. No se cuanto tiempo pasa exactamente, solo se que no tengo que caminar hacia la luz, aunque recapacitando, no veo ninguna luz, todo esta negro, y antes de darme cuenta ya me estaba sumergiendo con pesadez a un profundo sueño al que no quería ir.

Parpadeo, tratando de acostumbrarme a la luz blanca y segadora que se encuentra adelante mio. Muevo ligeramente mi cabeza a mi lado derecho, solo hay una silla vacía, repito el acto hacia el lado izquierdo, ni siquiera hay una silla, solo una cortina larga, de color celeste pastel. Entrando más a razón, puedo reconocer el ruido que emite el aparato que registra los latidos del corazón y sus variables. Están normales, cosa que me tranquilizan. Mi cuerpo parece como si un elefante gigante se hubiera sentado arriba mio, quedando yo, toda gelatinosa; de mis fuerzas, ni hablar, hago el amago de sentarme en la camilla en la que estoy postrada, caigo. Doy varias respiraciones profundas, y lo intento de nuevo, provocando que me siente. Con mi mirada, trato de buscar algo que me indique en donde estoy.

Pasan 5 minutos, y nadie ha venido, ni siquiera una enfermera. Miro mis brazos con detenimiento y esta conectado a ellos 2 agujas en mis venas que son transformadas en tubos, que se dirigen a una bolsa de suero. Odio las agujas, repaso la habitación y decidida a sacarme, estas porquerías. Me paro difícilmente y alargo mi brazo, tomando en mi mano algodones. Con cuidado retiro las agujas de mi brazo, provocando que salga sangre obscura. Tomo un pequeño algodón y lo presiono, así estuve un rato, he hice lo mismo con mi otro brazo, vi mi ropa en lo pies de la camilla y como ya estaba libre de cablerios, tome la dichosa ropa en mis manos, las presiono un poco en mi pecho y mis pies encuentran el baño. Una vez adentro del mismo, creo que estaba por de mas decir que era super reducido el espacio, haciendo que se me dificulte por 1.000 vestirme. Me pegue varias veces, seguro luego aparece el moretón. Una vez vestida, me plante delante del espejo, mis ojos se asustaron de lo que vieron.

-Que fea que estoy!, Ah!- Con mis palmas abiertas las lleve a mis mejillas fuertemente, provocando ademas de dolor, un sonido fuerte. Parecía un zombie, tenia ojeras violetas debajo de mis ojos, mi piel era más blanca de lo blanca que me ponía aunque mi piel ya era blanca, mis labios, nunca habían estado tan secos y partidos en mi vida, ni siquiera esas veces que se me paspaban los labios. El maravilloso maquillaje que traía en la noche estaba corrido, parecía que me hubieran puesto sera encima. Mis pestañas duras, el delineador se corrió. Aggh, por eso no me gusta maquillarme mucho. Definitivamente esta, no era yo. Rápidamente abrí el grifo y moje mi cara varias veces. Ya me volvía el color a mi cara y mi pelo seguía siendo historia, era como un nido de pájaros. Sin remedio hice con el un chongo y con agua aplaste los pelitos bebes, quedando más o menos presentable.

Salí del baño y al hacerlo entro una enfermera, no la reconocí, seguro estaba en un hospital y no en la clínica en que trabajo. Ella me recorrió con la mirada, y se asusto, se acerco, demasiado para mi, invadiendo mi espacio personal, haciendo que retrocediera un poco. Tenia ojos grandes, con arrugas, y mal maquillada. Tendré que darle unos consejos de como se aplica el maquillaje.

-Señorita, que cree que esta haciendo?-Yo iba a responder pero me interrumpió de nuevo.-Usted tiene que estar en la camilla, no puede desconectarse todo así, usted se esta recuperando de su recaída.-Ya me estaba fastidiando, quien se cree esta? Su voz era bastante chillona, cosa que me sorprendió porque yo le daba unos 48 años de edad. Me jalaba fuertemente del brazo izquierdo para llevarme a la camilla. No me dejaba pronunciar palabra. Y concluyo.-Si el doctor la viera así, estaría muy decepcionado de su paciente.-Dijo negando con la cabeza.-No se preocupe, se como resolver todo esto, usted vuelva a la camilla y yo le colocare de vuelta todo, así que no se preocupe por nada.-Me dedico una sonrisa ¿tranquilizadora? Era difícil definirla. ¿Que se cree?, hastiada de su irrelevante comportamiento, zarande mi brazo, eh hice que me soltara. Con ojos grandes me miro, esperando otra reacción.

-Bruja!.-Fue lo primero que me salio, respire, tomando una gran bocana de aire y proseguí.-¿Quien le ah dado el derecho de tratarme como se le plasca?, Me importa un comino lo que el doctorsito piense de mi, eh estado esperando como una hora.-Lo siento, me encanta exagerar.-Que me atendieran y sin contar que toque varias veces el botón de atención al paciente y nadie ah venido. Así que sin más, me largo de aquí.-Solté secamente. Sin duda, estaba cabreada, no me gustaba que me quieran manejar como un títere y por más que sea algo mínimo, mi carácter llegaba a más no poder. La dichosa enfermera no hacia más que abrir y cerrar la boca, no emitía palabra, se dio la vuelta, abrió la puerta y salio. Yo seguí con lo mio, estire las sabanas y me senté en la silla, sabia que fue a buscar al doctor que me "atendía", para que yo entre en razón y siga recibiendo tratamiento. No me había dado cuenta que se escuchaba murmullos bajos y risas tratando de ser controladas. Hastiada, me pare y corrí de una sola vez la cortina que se encontraba a mi lado izquierdo. Habían 3 personas, bueno 4, si se cuenta la persona que yacía en la camilla. Ellos me miraban con humor y gracia.

-¿Que les parece tan divertido?.-Demande.

-Nada, solo que escuchamos tu conversación y nos pareció divertida.-Dice un hombre de unos 35 años, su pelo era blanco, seguramente se tiño y tenia una cara muy maja, pero no para impactar.

-¿Bruja?, ¿Quien utiliza bruja como un insulto hoy en día?-Claramente era un chico muy risueño de unos 23 años, no podría definir su edad muy bien. Su pelo era negro y ojos pequeños.

-Yo.-Dije firme, a lo que todos miraron un poco sorprendidos, pero me daban la ilusión de ser majos y quería entretenerme con algo mientras que doctorsito llegaba. Si ese definitivamente sera su apodo.-Pero bueno, díganme ¿por que están aquí?.

-Acaso ¿No es obvio?.-Me miro divertido a lo que yo puse los ojos en blanco.- Daniel.-Señalo a el chico de la camilla, era el más lindo de todos.- Ah estado involucrado en un accidente, solo iba caminando por la vereda, nosotros íbamos más atrás y de la nada ocurre un triple choque y uno de los autos le paso por encima.-Dijo tristemente

-Desde que Daniel quedo en coma esa enfermera nos la ah pasado molestando, diciendo no pueden hablar por teléfono, no hagan esto, no hagan lo otro.-Volvió a hablar el hombre de pelo blanco.

-Hemos estado aquí desde hace 2 meses, pagamos un pequeño departamento, no comemos bien y ya tenemos que volver a nuestra casa, pero no podemos dejar a nuestro amigo aquí, solo.-Hablo por primera vez un chico de unos 25 años, de ojos grandes y grises.

-Bueno...-Comencé a hablar yo y carraspee mi garganta, para que su atención se enfocara en mi.-Mi nombre es Arlet, soy doctora, tengo 25 años y creo que son muy majos.-Todos me miraron divertido, excepto Daniel, el simplemente estaba en coma. Todos comenzaron a decir sus nombres y me ofresian sus manos para estrecharlas y yo educada respondía. Ahora sabia que pelo blanco era Tito, no me pregunten porque, el de ojos pequeños Malon y el de ojos grises se llama Bruno.

Así pasaron 15 minutos, yo le di mi tarjeta de doctora y mi número, por si acaso y en eso, oímos el sonido de la puerta abrirse, apareciendo atrás de esta Robert. Agradecí internamente a DIOS por que Robert fuera quien me haya atendido. El miro todo el panorama, me pare, lo abrace y le dedique una mirada como explicándole todo. Pero no me preocupe porque el me conocía bastante y sabia lo que quería decir, así que se limito a asentir, sonreír y abrazarme de nuevo. 

-Arlet, el que gano fue Laura.-Soltó todo acompañado de una respiración profunda.

En ese momento mi mundo se paro, esas simples palabras bastaron para dejarme helada, todo mi arduo trabajo, sirvió para nada. No quería llorar, no lo iba a hacer a menos no delante de 4 personas que eh conocido recién y de Robert. Mostrarse débil no es de ganadores. Mire al suelo, hice como si nada, asentí, sonreí y me fui de la habitación. Ya faltaba poco para llegar a la calle, tenia mi bolso con mis pertenencias, y no me hacia falta nada, pero si necesitaba llegar a mi auto, para no entrar en un ataque nervioso. Ya sentada en mi auto, quería despejar mi mente con lo que decido comprar helado y comida rica para pasar el luto. Aunque me mostraba bien, en mi cabeza se repetía la misma pregunta, ¿Porque ella y no yo?.

BADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora