Era una noche común en Neo Babilonia. Las luces de neón pasaban a través del vidrio polarizado como un escarpelo pasa sobre la piel. Jack estaba en su escritorio, entretenido en no sé qué noticias sobre el gueto del distrito Samargatha. Yo, volcado en la intranet, hablando desinteresadamente con Sabrina, esperando endulzarla para tener un reencuentro con ella. No suelo encariñarme con ninguna mujer, pero aparte de ser una gran informante del cuerpo interdistrital de policía, tenía un "je ne sais quois" en sus maneras de amar que me hacía regresar con ella cada cierto tiempo.
El súbito trinar del timbre me sacó de las noticias. Johnny estaba enfrascado en una conversación con alguien y miró en mi dirección extrañado. Era tarde. Nos habíamos rezagado en la oficina más por costumbre, que por trabajo. Me paré del escritorio y le di el comando a la puerta para abrirse. Dos androides entraron calmadamente y dieron las buenas noches. Los invito a sentarse y Johnny hace un ademán hacia las sillas que tenemos destinadas para los clientes, entre los dos escritorios.
- Nos gustaría que nos ayudaran en algo- dijo el primero de ellos, presentándose como Delfos.
- Somos seres honrados, vivimos en unas cuadrillas del distrito Yellowstone y solo queremos ayuda-
El segundo, de género femenino interviene.
– No tenemos apoyo. El gueto de androides está estigmatizado en esa zona y el departamento de policía nos bloquea todas las demandas. Ya ni nos atienden con las denuncias...
Agrite, nombre con el cual se presentó, tenía una voz apagada. Casi podíamos sentir la desesperación y la tristeza.
- ¿En que podríamos ayudar entonces? -interviene Johnny- Somos investigadores privados, no somos entes legales en su totalidad para ejercer la ley.
- No queremos ejercer la ley, queremos que nos ayuden, la comunidad está siendo azotada por matones anti-androides y estamos seguros que tiene que ver con la petición de las dos cuadras de parte del gueto en el sector. Una de las corporaciones ofreció comprar los terrenos, pero los vecinos, tanto humanos como androides, se han negado a ceder. La cantidad es un chiste y no quieren tener nada que ver con la reubicación de todas las familias. Ya tenemos 2 meses en esto y la presión es inaguantable -dice Delfos, mirando lacónicamente hacia mi.
- Lo que queremos es que rastreen a alguno de los desadaptados. Necesitamos tener pruebas de que, efectivamente, Dynomet tiene metida las manos en estos asuntos. No tenemos miedo. Después de todo, si perdemos nuestro hogar, estaríamos perdiendo nuestras vidas. Escuchamos que ustedes no tenían miedo tampoco. Que eran los ideales para este caso. Ningún investigador nos aceptó por miedo- dijo Agrite, viendo directamente a Johnny.
- Sabemos que ustedes son hombres de honor y valor, y que ayudan a los más desafortunados.
Sé que Jack estaba contento de que nuestra imagen fuera la de tipos rudos que protegían a los débiles, pero para variar, era un caso arriesgado, y por lo visto no habría mucho dinero de por medio. Lo miré, casi con resignación.
– Bueno Jacob, ya veo que nuestros nombres traspasan las fronteras interdistritales, somos famosos...
– Sí. Tu padre y mi antiguo jefe estarían orgullosos.
Jack soltó una carcajada y aceptamos el trabajo. No sería fácil, y tendríamos que ir al distrito Yellowstone un par de días. Era uno distrito bastante movido y concurrido por la más variopinta multitud, desde protestantes anti-androides hasta el extremo de androides exitosos y famosos.
Le dije a Johnny que le comentara el caso a Sabrina, porque estaba seguro que al salir de la oficina él iría a verla. Me dirigí a mi hogar para comentarle a mi esposa sobre el caso. Era mi manera de ponerla sobre aviso, que no dejara entrar a nadie, avisarle de cualquier movimiento sospechoso y estar preparada por si se tenía que ir una temporada a casa de alguno de sus familiares de algún otro distrito. Una tenue lluvia caía ahora en la ciudad, como un anuncio. Era tibia y la noche era cálida.
Jack se había ido a su casa, probablemente a preparar su partida y anunciarle a Mika su partida por un par de días. Yo me había quedado en mi apartamento y esperaba a Sabrina. Tenía la cena lista: pasta en salsa blanca con delicias del mar, una botella de Chardonnay y otra de Viognier para tener opciones. Nada que endulce más a una mujer que una buena comida hecha por uno mismo, acompañada con un buen vino. No es como si necesitara eso, pero me enseñaron a ser un caballero y tener un mínimo de clase para estas situaciones.
Llegó Sabrina directo de la estación, aún ataviada con su uniforme.
– Hey, Johnny, ¿todo bien?
Su tono desinteresado escondía los sentimientos que tenía por mí, pero no he podido corresponderle. Es una mujer hermosa, simple, demasiado inteligente para su bien, pero no soy precisamente un hombre de compromisos, y me es más útil como contacto que como una relación rota... a veces me siento tan bajo pensando eso, pero cuando recuerdo los pro de esta situación se me pasa.
- Todo bien Makarov. Un día extraño. Nos llegó un caso bastante curioso justo antes de cerrar y me parece que alguien, en algún lado del escalafón político-industrial, tiene la mano muy metida en esto.
Sabrina bajó un poco sus lentes y puso una expresión de inconformidad.
– ¿Así que todo esto es para que te haga un favor? No tenías que molestarte, lo hubiese hecho igual...
Ahí estaba. Detesto cuando las mujeres ponen esas caras y ese tono de voz. Podrían desarmar una bomba solo hablándonos así. ¿Qué queda entonces para los mortales como nosotros?
– No seas tonta. Esto sucedió hace menos de una hora. Ya habíamos quedado para esto, ¿o no? Recuerda que la diversión no se mezcla con el trabajo, y en estos momentos no estamos trabajando...
Mi mano se desliza por su cintura y la acerco peligrosamente a mí. No hay resistencia de su parte. Eso es aún más peligroso. Su dulce aliento golpea mi rostro y sus suaves labios están a centímetros de los míos.
– Ok, primero vamos a divertirnos y mañana me hablas de tu pequeño caso. Con suerte estaré de buen humor en la mañana.
Se suelta el cabello, expeliendo un perfume dulce, frutal, junto con un aroma a acondicionador embriagante. Todo fluye suavemente y no puedo dejar de notar que su brassier es rojo, adornado con un encaje pequeño color negro. La beso y en mi cabeza no puede dejar de dar vueltas la idea de que ella fue la que preparó toda esta noche y yo fui el incauto que cayó en su juego. Por lo visto, el postre vendría antes de la cena y después, habría otro postre más.
Tanto Jack en su casa, jugando con su hija y hablando tranquilamente con su esposa, como yo, enredado entre las finas sabanas de mi cama, intoxicado con el perfume glorioso de Sabrina, no teníamos idea de lo que se nos venía encima.
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Una Noche de Neo Babilonia
Science FictionEscritor: @escritorpanzerkirby Editora: @aricaroo